domingo, 16 de mayo de 2010

M. Caballe & P. Cappuccilli in Duet Simon Boccanegra



En vivo desde Orange, 1985. Una actuación de Caballé como Amelia en la ópera de Verdi. Memorable.

sábado, 8 de mayo de 2010

Adios a una gran dama del canto: Giulietta Simionato

Hace unos días ha muerto la extraordinaria mezzosoprano Giulietta Simionato, poco antes de cumplir los 100 años de edad. Como recordatorio valga este momento de “Cavalleria Rusticana” de Mascagni interpretada en Tokyo en 1961, donde Simionato interpreta el papel de Santuzza

sábado, 1 de mayo de 2010

Una Mariscala magnífica (Der Rosenkavalier)

De sobra (y merecidamente) son conocidas y reconocidas las Mariscalas de Lotte Lehman, de Elisabeth Schwarzkopf o de Regine Crespin.He aquí una grabación live del Festival de Salzburgo de 1949, dirigida por George Szell, con la gran interpretación de Maria Reining junto a Jarmila Novotna en el final del Acto I de esta ópera de Strauss, y en trío final del último acto también con Hilde Gueden
Picando aquí puede leerse una crítica (en inglés) de esta grabación en vivo.

Para escuchar los fragmentos, picar la flecha a la izquierda en los siguiente enlaces:
Maria Reining en el monólogo de Der Rosenkavalier: Da Geht Er Hin, Der Aufgeblasene Schlechte Kerl
Maria Reining en el final del primer Acto de Der Rosenkavalier: Die Zeit, Die Ist Ein Sonderbar Ding
Maria Reining en el trío final de Der Rosenkavalier

domingo, 25 de abril de 2010

El peligro de los transgénicos y los horrores de Monsanto

Programa emitido por TVE2 en "La noche temática" titulado "El mundo según Monsanto". Esta versión que se puede ver en GoogleVideo está subtitulada en castellano, aunque empiece con comentarios en francés, muy breves, de presentadores franceses

domingo, 11 de abril de 2010

Voces gloriosas que no volverán...

Caballé y Aragall en el dúo final del Don Carlo, de Verdi Cuando la ópera todavía era una experiencia musical... no hace tanto tiempo:

lunes, 5 de abril de 2010

A veces uno olvida...

que hay compositores que no por ser populares son menos inspirados, y que no por ser “fáciles” son menos geniales, como Piotr Illich Tchaikovsky, de quien pronto se cumple el 170º aniversario de su nacimiento:

miércoles, 31 de marzo de 2010

Zizek, un “filósofo” poco convencional


Nos “sentimos libres” porque nos falta el lenguaje para articular nuestra no-libertad

sábado, 27 de marzo de 2010

Las grandes obra de arte y la conciencia (alma) de los tiempos

Wolfgang Giegerich, el gran psicólogo junguiano, ha insistido sistemáticamente en que “el alma” está “afuera” del individuo, está “en” el mundo. Este “en” (o “dentro de”) no debiera interpretarse literalmente, como si fuera “un hecho” más entre los hechos. El alma (“la vida lógica”) es “la interioridad” misma del mundo. Así ha declarado: “El proceso del alma nunca ha estado dentro de la gente, siempre ha estado en la cultura en general, en cómo se construía objetivamente la realidad para cada cultura dada; en la mitología del cielo y la tierra, el sol y la luna, los árboles y los ríos, los pájaros y la muerte, etc., o en la metafísica del mundo, en lo que el Kant tardío y el Heidegger tardío llamarían ontoteología. Jung dijo que el alma está alrededor nuestro. Y así también hoy, cuando ya hace mucho que el alma dejó atrás la metafísica (por no decir la mitología) como expresión válida de su verdad, tenemos que mirar a nuestro alrededor a las condiciones del mundo en el que nos hallamos -a nuestra civilización científica, tecnológica, a la economía (con su bolsa, su consumismo, sus productos de deshecho, su publicidad, etc.), a la red (Internet), al mundo de los medios en general, que inundan a la gente desde fuera y la envuelven en información e imágenes- para acaso advertir dónde está hoy el proceso del alma… Podemos advertir que el proceso en el que estamos hoy, expresado en términos alquímicos, pareciera ser un proceso de solutio, evaporatio, distillatio. 'Todo lo que es sólido se funde en aire', ya había observado Marx hace 150 años. Las cuestiones que hoy vive el alma parecen ser la superación de la alteridad a favor de lo mismo (Self), la transformación de “entidad” o “substancia” en relación, funcionalidad, movilidad y fluidez, de la “semántica” en “sintaxis””, así como la sustitución de cualquier fundamento, centro, hogar y tradición por una infinita “futuridad” (una apertura fundamental y una orientación centrífuga hacia adelante, hacia constante innovación)”

Naturalmente, este “movimiento” del alma se expresa también en todas las manifestaciones del espíritu de la época, como su vida cultural, como las grandes obras de arte. El proceso de evaporatio es perceptible, por ejemplo, en las obras características del siglo XX, y como ejemplo vaya este hermoso movimiento del Concierto para violín de Igor Stravinsky. Hasta la idea misma de belleza sufre su propia transformación.

sábado, 6 de marzo de 2010

Hegel y la psicología

HEGEL & LA PSICOLOGÍA

Lectura psico-lógica de la

FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU

Ciclo de conferencias a cargo de Enrique Eskenazi

Todos los lunes a partir del lunes 12 Abril 2010

 

En el Prólogo de su FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU Hegel escribió:

 

“...cuando discurre por el tranquilo cauce del sano sentido común, el filosofar natural produce, en el mejor de los casos, una retórica de verdades triviales. Y cuando se le echa en cara la insignificancia de estos resultados, nos asegura que el sentido y el contenido de ellos se hallan en su corazón y debieran hallarse también en el corazón de los demás, creyendo pronunciar algo inapelable al hablar de la inocencia del corazón, de la pureza de la conciencia y de otras cosas por el estilo, como sí contra ellas no hubiera nada que objetar ni nada que exigir.

Pero lo importante no es dejar lo mejor recatado en el fondo del corazón, sino sacarlo de ese pozo a la luz del día. Hace ya largo tiempo que podían haberse ahorrado los esfuerzos de producir verdades últimas de esta clase, pues pueden encontrarse desde hace muchísimo tiempo en el catecismo, en los proverbios populares, etc. No resulta difícil captar tales verdades en lo que tienen de indeterminado o de torcido y, con frecuencia, revelar a su propia conciencia cabalmente las verdades opuestas. Y cuando esta conciencia trata de salir del embrollo en que se ha metido, es para caer en un embrollo nuevo, diciendo tal vez que las cosas son, tal como está establecido, de tal o cual modo y que todo lo demás es puro sofisma; tópico éste a que suele recurrir el buen sentido en contra de la razón cultivada, a la manera como la ignorancia filosófica caracteriza de una vez por todas a la filosofía con el nombre de sueños de visionarios.

El buen sentido apela al sentimiento, su oráculo interior, rompiendo con cuantos no coinciden con él; no tiene más remedio que declarar que no tiene ya nada más que decir a quien no encuentre y sienta en sí mismo lo que encuentra y siente él: en otras palabras, pisotea la raíz de la humanidad. Pues la naturaleza de ésta reside en tender apremiantemente hacia el acuerdo con los otros y su existencia se halla solamente en la comunidad de las conciencias llevada a cabo. Y lo antihumano, lo animal, consiste en querer mantenerse en el terreno del sentimiento y comunicarse solamente por medio de éste”.

A diferencia del "buen sentido común” y del pensamiento representativo y calculador usual, que se base en meras oposiciones exlusivas como por ejemplo "verdadero opuesto a falso", Hegel propone la necesidad de un pensamiento más sofisticado (dialéctico) capaz de aprehender en la negacion (en la oposición, la separación, la determinación e incluso en "lo falso") el movimiento mismo que lleva a la realidad como verdad, puesto que “lo verdadero es el todo”. Así, escribe también:


“Lo verdadero y lo falso figuran entre esos pensamientos determinados, que, inmóviles, se consideran como esencias propias, situadas una de cada lado, sin relación alguna entre sí, fijas y aisladas la una de la otra. Por el contrario, debe afirmarse que la verdad no es una moneda acuñada, que pueda entregarse y recibirse sin más, tal y como es. No hay lo falso como no hay lo malo. Lo malo y lo falso no son, indudablemente, tan malignos como el diablo, y hasta se les llega a convertir en sujetos particulares como a éste; como lo falso y lo malo, son solamente universales, pero tienen su propia esencialidad el uno con respecto al otro. Lo falso (pues aquí se trata solamente de esto) sería lo otro, lo negativo de la sustancia, que en cuanto contenido del saber es lo verdadero. Pero la sustancia es ella misma esencialmente lo negativo, en parte como diferenciación y determinación del contenido, y en parte como una simple diferenciación, es decir, como sí mismo y saber en general. No cabe duda de que se puede saber algo de una manera falsa. Decir que se sabe algo falsamente equivale a decir que el saber está en desigualdad con su sustancia. Y esta desigualdad constituye precisamente la diferenciación en general, es el momento esencial. De esta diferenciación llegará a surgir, sin duda alguna, su igualdad, y esta igualdad que llega a ser es la verdad. Pero no es verdad así como si se eliminara la desigualdad, a la manera como se elimina la escoria del metal puro, ni tampoco a la manera como se deja a un lado la herramienta después de modelar la vasija ya terminada, sino que la desigualdad sigue presente de un modo inmediato en lo verdadero como tal, como lo negativo, como el sí mismo. Sin embargo, no puede afirmarse, por ello, que lo falso sea un momento o incluso parte integrante de lo verdadero. Cuando se dice que en lo falso hay algo verdadero, en este enunciado son ambos como el aceite y el agua, que no pueden mezclarse y que se unen de un modo puramente externo. Y precisamente atendiendo al significado y para designar el momento del perfecto ser otro, no debieran ya emplearse aquellos términos allí donde se ha superado su ser otro. ... lo falso no es ya, en cuanto falso, un momento de la verdad.


... Pero este algo separado, lo irreal mismo, es un momento esencial, pues si lo concreto es lo que se mueve, es solamente porque se separa y se convierte en algo irreal. La actividad del separar es la fuerza y la labor del entendimiento, de la más grande y maravillosa de las potencias o, mejor dicho, de la potencia absoluta. El círculo que descansa cerrado en sí y que, como sustancia, mantiene sus momentos, es la relación inmediata, que, por tanto, no puede causar asombro.

La potencia portentosa de lo negativo reside, por el contrario, en que alcance un ser allí propio y una libertad particularizada en cuanto tal, separado de su ámbito, lo vinculado, y que sólo tiene realidad en su conexión con lo otro; es la energía del pensamiento, del yo puro. La muerte, sí así queremos llamar a esa irrealidad, es lo más espantoso, y el retener lo muerto es lo que requiere una mayor fuerza. La belleza impotente odia al entendimiento, porque éste exige de ella lo que ella no está en condiciones de dar. Pero la vida del espíritu no es la vida que se amedrenta ante la muerte y que se abstiene de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como si fuera lo positivo que se aparta de lo negativo (como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso y, hecho esto, pasamos sin más a otra cosa), sino que sólo es esta potencia cuando mira cara a cara a lo negativo y permanece cerca de ello. Esta permanencia es la fuerza mágica que hace que lo negativo vuelva al ser. Es lo mismo que más arriba se llamaba el sujeto, el cual, al dar un ser allí a la determinabilidad en su elemento, supera la inmediatez abstracta, es decir, la que sólo es en general; y ese sujeto es, por tanto, la sustancia verdadera, el ser o la inmediatez que no tiene la mediación fuera de sí, sino que es esta mediación misma.”

Es este tipo de pensamiento dialéctico el que requiere la psico-logía de Wolfgang Giegerich para aprehender “el alma” en lo real, un pensamiento que expresa la rica “vida lógica del alma” .


El objetivo de este Seminario consiste en la lectura y explicación del Prólogo a la Fenomenología del Espíritu, de Hegel, desde una perspectiva psicológica y con vistas a hacer explícito el proceso de pensamiento que podría caracterizar como la expresión del espíritu de nuestro tiempo.


Todos los lunes, a partir del lunes 12 de Abril 2010 a las 18:30 hs en LIBRERÍA STO. DOMINGO, c/Sto. Domingo del Call nº 4, Barcelona 08002


sábado, 27 de febrero de 2010

R. Strauss por Elisabeth Schwarzkopf y Christa Ludwig

“Morgen”, un hermoso lied, interpretado por E. Schwarzkopf:


Ell trío final final de "El Caballero de la Rosa" con Schwarzkopf puede VERSE picando aquí

Para oir una versión MUY diferente, pero también muy bella de este trío, menos refinada y exquisita, pero más humana, valga la grabación del vivo de la Ópera de Viena, 1969, con Christa Ludwig en el rol de Marschallin (que en el video de arriba canta Schwarzkopf), lo cual es interesante teniendo en cuenta que Ludwig fue uno de los grandes Octavian, incluso en la grabación con Schwarzkopf dirigda para EMI por Karajan. La acompañan en esta versión live de 1969 Tatiana Troyanos como Oktavian y Edith Mathis como Sophie. Dirige Karl Böhm (Acabo de advertir que GoEar añade un breve anuncio publicitario al empezar la audición, de modo que esta será mi última subida con GoEar):

miércoles, 17 de febrero de 2010

Verdi's Requiem: Offertorio

Un cuarteto de voces que no volvería a ser superado (Leontyne Price, Fiorenza Cossotto, Luciano Pavarotti y Nicolai Ghiaurov), una interpretación memorable (Herbert von Karajan, 1967)

domingo, 14 de febrero de 2010

Viajando “virtualmente” por la Tierra: simulación y verdad

 A partir de Google Earth ha surgido un proyecto aún más ambicioso (Google Liquid Galaxy) que ya permite viajar virtualmente por todo el planeta, incluyendo alguna incursión suboceánica:



La “realidad” virtual pone en cuestión justamente qué sea “real” , la noción misma de “realidad” y, con ello, la noción misma de “verdad”. Simulación (en el sentido de un “simulador de vuelo”) y realidad, realidad simulada, simulación real...

Ya en 1998, en su "The Soul's Logical Life” (La Vida Lógica del Alma), Wolfgang Giegerich escribía (mi traducción):

“Es precisamente en esta era la psicología la que tiene como tarea ofrecer un asilo a la presencia real de la noción de verdad. Todo lo demás parece haber abandonado la verdad; las ciencias por supuesto y por definición, pero también la teología, la psicología personalista, el esoterismo New Age, el post-modernismo, el fundamentalismo, incluso el arte y la filosofía, cada uno de modos y en aspectos muy diferentes. Porque en nuestro mundo moderno se siente dolorosamente la desintegración de todos los valores y la disminución de cohesión social, generalmente parece que no hubiera mejor respuesta a esta desintegración que hacer una de dos cosas: o bien se busca refugio en posiciones fundamentalistas reaccionarias, apuntalándolas y defendiendo esos dogmas sin vida, reemplazando su antigua verdad viviente con el propio fanatismo subjetivo, o se intenta revitalizar la disciplina filosófica de la ética y crear todo tipo de institutos nuevos para la investigación ética, sin advertir que la ética no sirve de nada a menos que esté respaldada y autorizada por una respuesta real a la cuestión de la verdad...  
Pero esta era no quiere la verdad.  Aparte de la ganancia rápida y el máximo beneficio, quiere una avalancha de: información, imágenes, estímulos, sentimientos, acontecimientos (happenings), y por supuesto procesos automatizados.  Nuestra era disfruta “deconstruyendo”  sistemáticamente toda nuestra tradición metafísica (“logocéntrica”) y nuestra herencia cultural a medida que avanza felizmente hacia la “realidad virtual”, que es una realidad absolutamente vallada, porque está absolutemente libre (desprovista) de verdad.”

jueves, 4 de febrero de 2010

Adicción a Internet, depresión y bla bla bla

En la Revista de Psicopatología del Rino Unido hay un “estudio” que vincula la “adicción” a Internet y la depresión que puede leerse (en inglés) picando aquí

lunes, 25 de enero de 2010

Enfermedad cerebral, psiquiatría y psicología

La serie "3 Libras" (2006), de la que sólo se emitieron 8 capítulos, juega con una temática de actualidad: el conflicto entre el enfoque neurológico (representado por el personaje del neurocirujano encarnado Stanley Tucci), el enfoque psiquiátrico (encarnado por la directora de la sección de psiquiatría, ex-esposa del neurocirujano) y una dubitativa visión más "holística" (representada por el joven cirujano ayudante del primero). Falta la opción realmente psicológica, debido en parte a la naturaleza de los casos planteados, pero también a la imparable desaparición del enfoque psicológico (entendiendo como tal, entre otras cosas, el análisis de la dinámica lógica y del contenido de las experiencias) del panorama contemporáneo. Hoy la psicología es o bien estadística, o una rama auxiliar al servicio de la psiquiatría y con una función técnica. A continuación, dos capítulos en los que se manifiesta la tensión entre los diversos enfoques.



miércoles, 16 de diciembre de 2009

viernes, 11 de diciembre de 2009

La psicología y la pregunta por el ser humano

Esta nota, titulada: “La psicología y la pregunta por el ser humano”, la escribí para el blog del Centro en septiembre de 2008. En ella se dice lo siguiente:


En su “Carta sobre el humanismoHeidegger advertía el error de quienes confundían su pensamiento con un existencialismo, o con un enfoque sobre "el hombre” o un “humanismo” al uso. Pocas veces ha habido un pensador que, como Heidegger, rechazara tan tajantemente todo enfoque “antropológico” u “antropocéntrico”, y en la obra citada escribió:

“Desde la perspectiva de una determinación esencial del hombre, da igual cómo definamos la ratio del animal y la razón del ser vivo, bien sea como «facultad de los principios», como «facultad de las categorías» o de cualquier otro modo, pues, en cualquier caso, siempre y en cada ocasión, nos encontraremos con que la esencia de la razón se funda en el hecho de que para toda aprehensión de lo ente en su ser, el ser mismo se halla ya siempre aclarado como aquello que acontece en su verdad. Del mismo modo, con el término «animal», zóon, ya se plantea una interpretación de la «vida» que necesariamente reposa sobre una interpretación de lo ente como zoé y physis dentro de la que aparece lo vivo. Pero, aparte de esto, lo que finalmente nos queda por preguntar por encima de todo es si acaso la esencia del hombre reside de una manera inicial que decide todo por anticipado en la dimensión de la animalitas. ¿De verdad estamos en el buen camino para llegar a la esencia del hombre cuando y mientras lo definimos como un ser vivo entre otros, diferente de las plantas, los animales y dios? Sin duda, se puede proceder así, se puede disponer de ese modo al hombre dentro de lo ente entendiéndolo como un ente en medio de los otros. De esta suerte, siempre se podrán afirmar cosas correctas sobre el ser humano. Pero también debe quedarnos muy claro que, procediendo así, el hombre queda definitivamente relegado al ámbito esencial de la animalitas, aun cuando no lo pongamos al mismo nivel que el animal, sino que le concedamos una diferencia específica. Porque, en principio, siempre se piensa en el homo animalis, por mucho que se ponga al animal a modo de animus sive mens (alma o mente) y en consecuencia como sujeto, como persona, como espíritu. Esta manera de poner es, sin duda, la propia de la metafísica. Pero, con ello, la esencia del hombre recibe una consideración bien menguada, y no es pensada en su origen, un origen esencial que sigue siendo siempre el futuro esencial para la humanidad histórica. La metafísica piensa al hombre a partir de la animalitas y no lo piensa en función de su humanitas

…El cuerpo del hombre es algo esencialmente distinto de un organismo animal. La confusión del biologismo no se supera por añadirle a la parte corporal del hombre el alma, al alma el espíritu, y al espíritu lo existencial y, además, predicar más alto que nunca la elevada estima en que se debe tener al espíritu, si después se vuelve a caer en la vivencia de la vida, advirtiendo y asegurando que los rígidos conceptos del pensar destruyen la corriente de la vida y que el pensar del ser desfigura la existencia. Que la fisiología y la química fisiológica puedan investigar al ser humano en su calidad de organismo, desde la perspectiva de las ciencias naturales, no prueba en modo alguno que en eso «orgánico», es decir, en el cuerpo científicamente explicado, resida la esencia del hombre. Esa opinión tiene tan poco valor como la que sostiene que la esencia de la naturaleza está encerrada en la energía atómica. Después de todo, bien podría ser que la naturaleza ocultase su esencia precisamente en la cara que presenta al dominio técnico del hombre. Así como la esencia del hombre no consiste en ser un organismo animal, así tampoco esa insuficiente definición esencial del hombre se puede desechar o remediar con el argumento de que el hombre está dotado de un alma inmortal o una facultad de raciocinio o del carácter de persona. En todos los casos estamos pasando por encima de la esencia, basándonos precisamente en el fundamento del propio proyecto metafísico.”

Lo que sugiere Heidegger -y que pone en cuestión toda la tradición occidental condensada en esa tan obvia “verdad” del sentido común de que “el hombre es el animal racional”- es una visión instrumentalizadora, niveladora, que finalmente remite a considerar todo ente -incluido el ser humano- como material de reserva, recurso disponible o existencia (en el sentido en que en una fábrica o en un almacén puede decirse que “se han agotado las existencias”)

El supuesto de que el ser humano sea un animal con una propiedad específica (la ratio, la mente, el intelecto, el alma o el espíritu) implica ya un enfoque encerrado entre esos dos aparentes extremos: animalidad (instinto, vitalidad, pasión, etc.) y espíritu (voluntad, intelecto, razón, aspiración, etc.)
Curiosamente -o en verdad no, no en absoluto- la psicología actual (y toda psicología hasta ahora conocida) da por supuesto este enfoque, por lo cual se ve ineludiblemente remitida a una base biológica, empírica, positiva y positivista. El psicoanálisis freudiano insistió en el “lecho de roca del instinto biológico” como soporte, sustrato y base fundamental de la vida psíquica. En la psicología analítica, y a pesar de los incontables veces en que Jung insistió que el hombre está en el alma y no al revés, la jerga del instinto sigue presente, y con ello el inevitable enfoque “positivista". Si se aceptan en psicología presupuestos biológicos (tales como “la fuerza de la vida” -y habría que aclarar qué se entiende por “vida” aquí-, la “energía vital”, los instintos, las “necesidades vitales”, etc. ) entonces se hace de la psicología una “ciencia natural”, por mucho que se hable de “interioridad”, de “conciencia” y de “significados”. En efecto, su “interioridad” sigue siendo tan positiva y natural como la supuesta “exterioridad” del mundo físico. Y su conciencia y sus significados siguen siendo, por ello, necesidades vitales, energéticas y/o, en última instancia, biológicos. Es así que la psicología profunda se encuentra determinada por Nietzsche y su noción de “vida”, siendo una inadvertida expresión de nihilismo.

¿Qué espacio queda en esta psicología para un logos de la psique? El logos es la aspiración a la verdad o, mejor aún, el lugar de la verdad. Pero la psicología profunda hace caso omiso de la verdad. No es de extrañar que su lenguaje esté lleno de referencias extra-psicológicas, no sólo a los “instintos” y “pulsiones”, sino también a clasificaciones tales como “varones” y “mujeres”, que hacen también de la psicología una prolongación de la sociología, no sólo de la biología. Y con serias implicaciones ideológicas: una psicología biologista, sexista y que no pone en cuestión (psicológicamente) lo que sea “la realidad”... ¿es una psicología que pueda atender al logos de la psique?

Esto conduce inevitablemente a una psicología sin alma (en tanto que realmente diversa de toda biología) y sin logos (en tanto que libre de toda jerga socio-político-ideológica como “género”, “clase” y afines). En contra de tal preconcepción del hombre como “animal racional”, Wolfgang Giegerich argumenta que, si bien parece sensato considerar a los animales como seres naturales, como organismos biológicos que viven en su entorno, es del todo insuficiente -tal como apuntaba Heidegger- comprender al hombre análogamente como un organismo biológico más una conciencia y una mente pensante y reflexiva adicional, de lo cual carecerían los demás animales. La conciencia no es meramente una adición por encima de una naturaleza biológica. Al contrario, el hombre es el resultado de una revolución lógica, y por tanto, es un “mundo invertido”. El hombre es alma o mente (mentalización) y tiene su cuerpo como un momento siempre ya alienado, superado, integrado y contenido dentro de la conciencia. Para el ser humano todo comienza con concepciones, con ideas. Incluso el dolor que siento, sea de una herida o de alguna enfermedad física, surge como un evento psíquico conectado con ideas. Esto ya lo vio James Hillman con meridiana claridad, por lo que pudo afirmar que el cuerpo es una ciudadela de metáforas del alma. También por ello el hombre, hablando estrictamente, no vive en un entorno, sino que ya y siempre tiene su entorno como un contenido reflejado y reflexivo en la conciencia, de tal modo que el hombre es un ser mentalmente (lógicamente) orientado. Es, en cierto sentido y de manera primordial, mente (logos). Pero esta mente es ya su propia auto-división, desplegándose en opuestos. Así como el “yo” es la dualidad del “yo” que reflexiona y el “yo” sobre el cual se reflexiona, de igual modo la mente se divide a sí misma en sí misma en sujeto y objeto, pensamiento y ser, yo y mundo, interior y exterior -dentro de sí misma, es decir: sin perder por ello completamente su unidad consigo misma. Existe en tanto que esta dualidad comprensiva. En este sentido, “el alma” o “el proceso anímico” es fundamentalmente cultural. En tanto que proceso cultural , como opus magnum, no acaece sin nosotros, los humanos (como sí ocurre con los procesos naturales), y es sólo un lado de la mente, siendo su otro lado la conciencia humana.

Puesto que el opus magnum no es un proceso en el sentido físico de la naturaleza (como el tiempo o los terremotos) sino un proceso del alma o cultural (naturaleza en el sentido de la alquimia), requiere por sí mismo ser hecho verdad (del mismo modo que, contrariamente, el alma subjetiva necesita expresarse, articularse y exhibirse). No le basta simplemente ser, sino que necesita ser reconocido, volver a casa a la conciencia (es decir, a sí mismo). Si no se hace verdad, el proceso mismo deviene “desalmado”, “muerto”. Sólo el alma puede ser desalmada, así como sólo los seres vivientes pueden morir. Y sin hallar su verdad en el proceso objetivo, la conciencia deviene estéril y formalista, o meramente sentimental, también. Cada lado (mente subjetiva y alma objetiva) es por sí solo fundamentalmente incompleto.

El proceso mismo, por tanto, no es independiente de nuestro entendimiento, así como nuestra conciencia no es independiente del proceso objetivo. Dependencia mutua, auto-relación como relación con el otro de uno mismo (o de sí mismo). El alma no es una cosa (y por tanto no es positivamente, no es hecho empírico, no es cosa alguna, sino negatividad), sino que es relación, es (lógicamente) relacional. Relación significa: cada lado es sí mismo y a la vez la relación entera. No hay primeramente dos entidades separadas, autosuficientes, a las que, aparte de su ser, les ocurre que se conectan o entran en relación la una con la otra. Además esta relación es lingüística: tiene carácter de diálogo (dia-logos), de conversación, una estructura de pregunta y respuesta. (Así Jung pudo decir: la vida tiene una pregunta para mí...).

Esto también significa que, debido a su carácter de relación, cada lado del ouroboros tiene su alma en otro: el alma subjetiva tiene su alma en el proceso objetivo, el proceso objetivo tiene su alma en nuestra conciencia. Están entrelezados y entrecruzados. Aunque ambos son alma, sin embargo no tienen su alma en sí sino en el otro, necesitan obtenerla del otro para volverse completos, cabales. Al igual que la gente, donde cada cual se encuentra a sí mismo al ser visto y reconocido por otra persona, y tal como un bebé que, para desarrollarse plenamente como ser humano, necesita la experiencia de ser importante para su madre.

Estos y otros temas se han tratado seminario “La vida lógica del alma. Psicología analítica y dialéctica”


lunes, 7 de diciembre de 2009

Liebestod de Tristan und Isolde de Wagner

de una función en Bayreuth 1976 dirigida mangíficamente por Carlos Kleiber. Un documento único

viernes, 4 de diciembre de 2009

Luces de la ciudad: el genio de Chaplin

Una de las escenas más conmovedoras de todos los tiempos

jueves, 26 de noviembre de 2009

Psicología y civilización tecnológica


“...ante la concepción de la neurosis como una enfermedad en el sentido médico (donde enfermedad significa un fenómeno aislable, un cuerpo ajeno como un "enemigo” que hay que eliminar, “extraer” mediante cirugía, “matar” por medio de antibióticos, quimioterapia o radiaciones) constituye un avance el cambio hacia la neurosis como parte integral del cuadro total. Pero este movimiento de Jung se mueve en la dirección equivocada, en la dirección de la positividad, del ser humano concretísticamente entendido como realidad efectiva, como el substrato o portador concreto de la neurosis y, por extensión, del alma, y por tanto este movimiento va hacia la exterioridad. Pero para el psicólogo, el ser humano es tabú, tanto en un sentido ético (no tengo derecho, podríamos decir, a la “interferencia doméstica”, la interferencia en los asuntos internos de otro ser humano) y teóricamente. En tanto que psicólogo tengo que tratar la neurosis del paciente como un fenómeno psicológico autocontenido que tiene dentro de sí todo lo que necesita. Es en el alma, y no en la persona, en lo que ha de enfocarse. La noción de “ser humano” no es una idea psicológica en absoluto. En tanto soy psicólogo el ser humano desaparece de los límites de mi visión, así como para el químico, en tanto que químico, no hay “ser humano”, ni “flores”, ni “Napoleón”, ni “mente” ni “Dios” -no porque como persona no tuviera acceso a tales ideas, sino porque su campo las excluye sistemáticamente, y tal campo existe sólo en la medida en que esa exclusión sea completa. El fenómeno psicológico es psicológico sólo en la medida en que la psicología se ha liberado de la idea de un substrato y por ello puede ver los fenómenos en su absoluta negatividad, en su autosuficiencia, sin necesidad de apoyarse en otra cosa. En lugar del movimiento de regreso al ancla segura en “el ser humano” (que es la salida afuera de la psicología), la psicología requiere la interiorización absoluto-negativa de cualquier fenómeno (por ejemplo la neurosis) dentro de sí mismo.

Al rechazar el prejuicio antropológico y al cancelar la idea de un campo delimitado de estudio y de fenómenos psicológicamente privilegiados, se ha despejado el camino para la idea de una investigación psicológica de nuestra civilización tecnológica. La civilización tecnológica es un objeto tan válido de la psicología como lo son los sueños, o incluso más válido aún, porque la mayoría de los sueños pertenecen al opus parvum de la experiencia y el desarrollo personal y privado, mientras que en la civilización tecnológica continúa el opus magnum del alma.”