jueves, 17 de marzo de 2011
miércoles, 9 de marzo de 2011
Reflexión “externa” y entendimiento

El siguiente texto es una traducción libre que he hecho de un fragmento del libro de Wolfgang Giegerich “The Soul's Logical Life” (La vida lógica del alma):
Para comprender realmente un texto tenemos que re-traducir el texto factual retrotrayéndolo al material primigenio desde el cual fue forjado, y luego regenerar el texto literal a partir de ello. Es indispensable este doble movimiento a lo largo de un eje vertical que conecta el texto superficial del comienzo, pasando por su propia profundidad oculta o su centro, con el texto reconstruido. Pues ello es lo que implica y significa “entender” (hacer justicia). “Entender” un cuerpo de ideas implica 1) distinguir dentro del texto mismo entre las formulaciones literales (el aspecto “gato”) y el basalto líquido (el aspecto “serpiente de Midgard”) que ha originado esas formulaciones, y 2) el complejo movimiento lógico de re-traducción del uno al otro y de regeneración del último a partir del primero. Puesto que los dos movimientos en direcciones opuestas tienen que realizarse instantáneamente (simultáneamente) y no uno después del otro, ya puede verse qué exigencias lógicas rigen para quien quiera entender. Se ha de ser capaz de pensar a la vez el estado líquido y el re-cristalizado. Cada afirmación individual, como el gato de Thor, tiene que poder representar toda la “serpiente de Midgard”. Tiene que tener dentro suyo la corriente original de lava. En tanto que movimiento vertical hacia dentro de la propia profundidad desde la superficie y de regreso a ella, para una orientación horizontal se permanecería en uno y el mismo punto. No se requiere comparación con lo que hay a la izquierda o a la derecha, ni está permitido.
Podemos acercarnos a la misma idea desde otro punto de vista. Es una intuición de la hermenéutica el que, para entender realmente un texto o un cuerpo de ideas, se tiene que poder percibirlo desde dentro y en sus propios términos. Esto quiere decir que se debe haber penetrado hasta su corazón o centro, y haberse ubicado firmemente en este (su) centro (aunque sólo sea “experimentalmente” y mientras dure el emprendimiento hermenéutico), a fin de interpretar todos los detalles de la doctrina en términos de este centro en tanto que corazón organizador del todo viviente del cuerpo de ideas en cuestión. Esto quiere decir que en lugar de mirar desde nuestra posición (nuestras propias convicciones, expectativas, prejuicios, necesidades), lo que es visible desde el “exterior” en su periferia (es decir, la multitud de enunciados tomados como tales), tenemos que aparcar nuestra propia convicción y dejarla atrás por el momento, y avanzar hacia el centro de nuestro objeto de estudio, entregándonos nosotros mismos a ello, a fin de ver los enunciados periféricos “desde atrás”, por así decirlo (reflexión inmanente) Un entendimiento real presupone un tipo de amor, el abandono de la propia subjetividad; no amor como sentimiento o emoción, sino amor lógico. Si no logramos entregarnos nosotros mismos (al menos experimentalmente) al núcleo inspirador de la obra que estamos examinando, no seremos capaces de criticarla. La crítica simplemente pasaría de largo. Sería la crítica de nuestro propio opuesto, nuestra propia contraparte rechazada.
Hay aún otro modo de plantear el problema, propiamente en términos de dos personalidades en una persona. Tendríamos que penetrar a través de la superficie textual escrita por Jung (o el autor en cuestión) en tanto que ego-personalidad, a fin de relacionarnos con el verdadero pensador “en el plano del Self” en tanto que autor efectivo de la obra de Jung (o de la obra estudiada). Sólo así podemos ver cómo este centro ha generado los enunciados factuales individuales y podremosre-generarlos y re-construirlos en nuestra propia mente.
¿Qué es el centro o el corazón de un cuerpo de ideas? Es la Noción a partir de la cual vive este cuerpo de ideas. La Noción es su alma dadora de vida, su núcleo organizador, generador, es la lava ardiente líquida, del mismo modo en que la lava ardiente líquida es Noción, “nada más que” Noción (y no basalto literal). Pero puesto que es el alma del cuerpo de ideas, no está presente como un concepto o un enunciado literal (explícito), no es un “contenido”. Sólo puede ser inferido a partir de sus enunciados manifiestos. Y el corazón de una filosofía o una psicología sólo puede deducirse de sus enunciados factuales en tanto nosotros a la vez podamos re-generar esos enunciados a partir del centro deducido (círculo hermenéutico).
Puesto que tenemos que llegar a su “alma” si queremos hacer justicia a la psicología de Jung (o a cualquier cuerpo de ideas), el acercamiento a ello ha de ser con alma (e inspirado por un amor [lógico]) desde el comienzo. Sólo el alma (como órgano de nuestro acercamiento) puede llegar al alma de una obra, esto es, a la Noción que la inspira. Y por lo mismo, podemos decir opuestamente que un acercamiento en el que el sujeto se contiene de abandonarse al “corazón del asunto”, y que por tanto puede percibir el cuerpo de la obra sólo periféricamente como un conglomerado de opiniones misceláneas, es un acercamiento sin alma. Tanto la reflexión externa o ajena y la presentación sin compromiso de enunciados misceláneos son dos lados de la misma moneda, y ambos son generados por la auto-reserva por parte del sujeto. A menos que nosotros, el sujeto, nos entreguemos al objeto de estudio, este objeto de estudio se desmorona en el escombro de abstracciones aisladas sin alma. Sin el auto-sacrificio implacable y el compromiso en el nivel de la propia posición metodológica en tanto que intérprete de una teoría dada, no hay alma en esta teoría.
Pero, nuevamente, el alma de una teoría es la Noción o el Concepto cuyo despliegue es la teoría. La teoría psicológica es un caso singular. La psicología es la única disciplina en la cual el alma dadora de vida de la teoría resulta ser la Noción de alma, y donde aquello de lo cual es la noción no es otra cosa sino la Noción. Pues el alma es Noción. No es la noción de un “factor” empírico o un “hecho” llamado alma. El alma no existe (ahí fuera, en la “realidad”), no es una entidad, no es nada ontológico. Es sólo (¿sólo?) lógica, “tan sólo” una Noción, una idea, una palabra (pero palabra no meramente como un flatus vocis). La palabra alma no es un significador que tenga un significado. No se refiere a nada afuera de sí misma, sólo a la noción o idea que significa dentro de sí misma, o que postula en y a través de sí misma. Por contraste, todas las ciencias están animadas por la noción de algún Otro. Se orientan hacia un objeto o referente externo. Esta es la razón de su alienación fundamental, pero también lo que les proporciona su conocimiento con la confiabilidad y seguridad que puede garantizar la positividad. La psicología no está (o no tiene que estar) alienada de sí misma. Es absolutamente idéntica (constituída por la identidad interna como la cual existe). Nuevamente, esta identidad inherente es algo que muestra que y por qué la psicología está en un estadio lógico superior que las ciencias.
domingo, 6 de marzo de 2011
Reir o morir: cómo el "pensamiento positivo" engaño a América y al mundo

Excelente crítica del magnífico libro de Barbara Ehrenreich
Jenni Murray aplaude a una demorada demolición de la sugerencia de que el pensamiento positivo es la respuesta a nuestros problemas
por Jenni Murray
The Observer, Sunday 10 January 2010
De vez en cuando aparece un libro que repica tanto con tu propio pensamiento, y sin embargo, vuela de forma tan espectacular frente a la filosofía de moda, que llega como un alivio profundamente tranquilizador. Después de leer el libro de Bárbara Ehrenreich : “Sonríe o Muere: Cómo el Pensamiento Positivo ha engañado a América y al Mundo” siento como si pudiera regodearme en el dolor, la tristeza, la decepción o cualquier emoción negativa que llegue de forma natural sin preocuparme por haberme convertido en ese estereotipo terrible, la cascarrabias, la vieja gruñona. En cambio, puedo ser meramente humana: alguien que no tiene que convencerse de que cada rechazo o desastre es una oportunidad de oro para "seguir adelante" de una manera optimista.
Sonríe o Muere: Cómo el Pensamiento Positivo Engañó a América y al Mundo por Barbara Ehrenreich
Ehrenreich llegó a su crítica de la industria de miles de millones de dólares del pensamiento positivo (una marea de libros, DVD, instructores de la vida, entrenadores ejecutivos y oradores de motivación) en circunstancias desgraciadas similares a las que yo tuve. Fue diagnosticada de cáncer de mama y, como yo, se encontró cada vez más incómoda por el lenguaje marcial y la cultura “rosa” que ha llegado a rodear esta enfermedad. Cuando me he encontrado con la brigada de “la actitud positiva te ayudará a luchar y sobrevivir esta experiencia", mi respuesta ha sido protestar en contra del uso del vocabulario militar y preguntar cuán miserable el optimismo de los "sobrevivientes" haría que se sintiera la pobre mujer que se estaba muriendo de cáncer de pecho. Me parecía que una “invasión” de las células de cáncer era una pura lotería. Nadie conoce la causa. Como Ehrenreich dice: "Yo no tenía factores de riesgo conocidos, no hay cáncer de mama en la familia, había tenido a mis bebés relativamente joven y los amamanté a los dos. Comía bien, bebía con moderación, hacía ejercicio y, además, mis pechos eran tan pequeños que imaginé que un bulto o dos podría mejorar mi figura”. (Gracias a Dios, no ha perdido su sentido del humor.)
martes, 1 de marzo de 2011
El estado de la psicología junguiana según Wolfgang Giegerich

En un artículo de su libro recientemente publicado (“The Soul Always Thinks", vol. 4 Collected English Papers - "El Alma Piensa Siempre", vol. 4 de los Artículos en Inglés Reunidos”), Wolfgang Giegerich escribe:
domingo, 20 de febrero de 2011
Sobre la negatividad lógica y la piedra que NO es una piedra

Acabo de colgar en la página del Centro la transcripción por Alejandro Bica de un fragmento del artículo Una vez más "la piedra que no es una piedra": reflexiones ulteriores sobre el "no" de Wolfgang Giegerich (publicado en Disturbances in the Field: Essays in Honor of David L. Miller (Spring Journal Books, 2006)) leído y comentado en el curso Psicología y Verdad, el pensamiento de W. Giegerich, a cargo de Enrique Eskenazi. Enero del 2009
jueves, 17 de febrero de 2011
Nihilismo: metas y objetivos comunales

Establecimiento del objetivo de la meta
Del curso de Enrique Eskenazi Nietzsche: psicología & nihilismo, lectura y comentarios de un fragmento de la obra de Martin Heidegger: Nietzsche.
Barcelona, 24 de Enero de 2011.
Trascripción: Alejandro Bica.
"Ya no hay ninguna meta a través de la cual puedan unirse las fuerzas de la existencia histórica de los pueblos, ni ninguna meta que señale una dirección según la cual los pueblos o la comunidad puedan desarrollarse. Ya no hay una meta de tal tipo, lo cual significa a la vez y por encima de todo que ya no hay una meta que tenga un poder tal que en virtud de ese poder pueda conducir a los hombres hacia el reino de esta verdad de un modo unificado y que pueda producir así una evolución creativa. [8] Por establecimiento del objetivo de la meta Nietzsche entiende la tarea de ordenar metafísicamente, es decir filosóficamente, todo lo que existe, ordenar la totalidad del ente[9], pero tal establecimiento no se hace, no es meramente un anuncio desde donde y hacia donde debieran ir las cosas. [10] Pero un establecimiento genuino de la meta tiene a la vez que servir de fundamento para esa meta [11] y tal fundamento además no puede ser exhaustivo si en su exhibición de las razones que justifican la meta a establecer asevera que ese movimiento, que ese cambio, es meramente lógicamente necesario. [12]
Fundar la meta significa despertar y liberar aquellos poderes que le dan a la meta establecida recientemente la energía y la fuerza para inspirar en la comunidad humana la capacidad de compromiso. [13] Sólo de este modo, es decir, sólo mediante una meta que se ha fundado a través de aquellos poderes liberados y despertados, que le dan a esta meta la energía que sobrepasa y que lo invade todo hasta el punto de inspirar compromiso, sólo entonces, el ser humano histórico puede arraigar y florecer en el nuevo reino abierto por este objetivo. Aquí finalmente, [y esto significa primordialmente], está el crecimiento de aquellas fuerzas que sostienen y propelen la preparación de este nuevo reino del ser [14], el avance hacia él y el cultivo de lo que se desarrolla dentro de este nuevo reino del ser, fuerzas que inducen a emprender hechos intrépidos. [15]
Nietzsche tiene todo esto en vista cuando habla del nihilismo, de los objetivos y del establecimiento de esos objetivos. [16] Pero además ve que el alcance de tal establecimiento de objetivos es necesario [17], un alcance que está determinado por la disolución incipiente [18] de todos los tipos de ordenamientos que han existido hasta el momento sobre la tierra. [19] Tal establecimiento de objetivos no lo puede establecer un grupo individual, ni una clase social, ni una secta, ni siquiera estados o naciones individuales, sino que este objetivo tiene que ser, para Nietzsche, por lo menos europeo. [20] Eso no significa que debería ser "internacional" [21], porque la esencia de un establecimiento creativo de objetivos y la preparación para tal establecimiento, está implicado que aquello que llega a existir y se transforma en acción, como acción histórica, sólo puede existir en la unidad de la existencia plenamente histórica de los hombres en la forma de naciones particulares; esto significa, no puede surgir ni en aislamiento de otras naciones, ni en el dominio sobre otras naciones. El establecimiento de los objetivos es en sí mismo enfrentamiento y el inicio de una lucha. Pero la lucha genuina es aquella en la que aquellos que luchan se destacan, primero el uno y luego el otro, y en la cual el poder de tal destacarse se despliega desde el propio interior de ellos.[22]
Una meditación [23] de tal tipo, acerca del acontecimiento histórico del nihilismo y acerca de las condiciones que eventualmente podrían superarlo plenamente [24], una meditación en la proposición metafísica, filosófica, básica necesaria para ese fin, un pensamiento a través de los modos y de los medios de despertar aquellos poderes que sobrepasen aquella situación, es lo que Nietzsche con frecuencia llama la política al gran estilo. [25]
(Martin Heidegger: Nietzsche.)
Comentarios de Enrique Eskenazi
[8 "Ya no hay ninguna meta a través de la cual puedan unirse las fuerzas de la existencia histórica", hoy cada uno puede inventarse una meta, pero sólo tiene valor individual, es para el ego del individuo, esto hoy no convoca a la humanidad, no mueve al mundo, no determina la economía, no determina la ciencia, no determina la investigación, no determina como vivimos día a día... a lo sumo puede determinar la película que nos montamos los fines de semana, pero no explica ni los horarios de trabajo, ni nuestras preocupaciones con el banco, ni los fenómenos históricos sociales que están ocurriendo hoy en día. Hubo un tiempo no muy lejano en que sí ocurría, existían impremeditadamente, sin que nadie las propusiera, y estaban ahí, tenían valor, metas por las cuales el pueblo, la comunidad entera de la humanidad en occidente, vivía, explicaba su vida y moría por ellas. Por ejemplo durante el imperio del cristianismo el cristianismo se impuso como una visión del mundo -practicaras o no practicaras el cristianismo. Dio coherencia a una sociedad y a un estilo de vida que se desarrolló por casi 2000 años. Pero lo que ve Nietzsche es que al cabo de 2000 años esto se agotó. Lo que hay ahora son salidas nihilistas, personas que tratan de inventar un sentido por el cual vivir, proponer una política por la cual vivir. Hay programas, pero no hay verdades. Hay sectas, partidos, ideologías, religiones, campañas publicitarias; nada de eso constituye una verdad que pueda convocar la adhesión de toda una comunidad. Este es el problema con el que se enfrenta Nietzsche, y realmente es el problema de la actualidad. Ante esto hay miles de salidas individuales. Nietzsche no está en contra de ellas. Pero la salida individual no mueve al mundo, es la película de la persona, que como dijo Jung, "algunos prefieren enfrentarse al problema histórico de occidente, pero otros se buscan una casita en las afueras". Tu tienes todo el derecho de buscarte tu casita en las afueras y vivir en tu burbuja, esto es eludir el problema, pero el problema sigue existiendo. La pregunta de Nietzsche no es por el individuo aislado que busca su felicidad -cosa que a Nietzsche jamás le importó. ... De ahí que Heidegger comentando esto dice que "ya no hay ninguna meta a través de la cual puedan unirse las fuerzas de la existencia histórica de los pueblos, ni ninguna meta que señale una dirección según la cual los pueblos o la comunidad puedan desarrollarse". Recuerden que el nihilismo es la pérdida de metas, del para qué, ya no hay un para qué, ya no hay un sentido, ya no hay una orientación. Cada uno la buscará... pero buscarla quiere decir que no la hay. Cuando la hay no se la busca. Cuando existe el problema del sentido es porque ya se perdió. ... Evidentemente hablar con los árboles como un Celta los fines de semana me puede ir muy bien a mi pero no es una meta para la cual se desarrolla la comunidad de occidente: es delirante. La meta de restablecer la visión del renacimiento y vivir el ánima mundi es muy bonita para un grupúsculo, pero no va a cambiar el desarrollo de nuestra cultura, más bien va a ignorar el problema de nuestra cultura. Toda propuesta individual no sirve. Lo que está claro es que tiene que ser una verdad y no una simple propuesta individual, pero una verdad de tal tipo que no sólo es verdad, sino que despierta, convoca, conjura la fuerza creativa. ... ¿Qué quiere decir cuando dice una meta que sirva de objetivo e ilumine una verdad que despierte tal adhesión que la comunidad se pliega y toda la energía creativa está puesta en juego ahí? ¿Qué quiere decir ésto, hoy que se proponen cosas, hoy que uno aprieta un botón en facebook por la causa tal pero se queda en casa? Esto es lo que hay hoy por tomar posición, que no tiene nada de tomar posición, es un ponerse escuditos y jugar a tener mil posiciones cuando en el fondo no hay nada en uno que esté sosteniendo eso vitalmente, sencillamente no por falta de voluntad, no es una crítica a la gente, es que ninguna de esas cosas tienen el poder de convocar energía creativa. Son juegos, programas en la tele. De esto está hablando Nietzsche, y no es cuestión de entregarse, porque no es cuestión de creer o no creer. No está sometido a la voluntad del individuo, de lo contrario volveríamos a caer en el nihilismo: "yo quiero inventar algo". No. No se trata de un invento, se trata de un descubrimiento, que también es una creación, pero no es arbitrario, por lo tanto no es tan fácil como que me saco de la manga una meta, un programa, ni mucho menos.]
[9 Lo que entiende Nietzsche por establecer el objetivo de una meta es la tarea de ordenar filosóficamente todo lo que existe... ordenar en el sentido de crear jerarquías, categorías para entender. Una categoría es lo que ordena. Ordenar los entes como un todo, es que aparezca un mundo como un todo, no tal o cual tipo de ente nada más, sino redefinir qué es que algo sea, qué es que algo sea real, qué es que algo sea de verdad. Decir "es" equivale a decir "es verdad", "es auténtico", "es real". Definir el ser, por lo tanto, es definir la verdad, la realidad. ... Esto es lo que hace cada gran pensador. Una filosofía es una revelación de la realidad que la muestra como no había aparecido nunca antes. No es simplemente hablar de un campo específico, porque hablar de un campo específico presupone que uno acepta que ya hay establecidos muchos campos, -cuestión que uno acepta-, y uno se mete en un cajoncito específico. Todo trabajo dentro de una aceptación de lo que es la realidad no significa el ordenamiento filosófico de la totalidad del ente, significa la aceptación de las categorías ya establecidas, de tal manera que uno trabaja en una de ellas. Esto es lo que hace la ciencia. La ciencia da por supuesto que ya se sabe lo que es la vida, acepta que hay una diferencia entre, por ejemplo, animal, vegetal y mineral, y dice, "yo me especializaré en los animales", "yo en los vegetales" y "yo en los minerales, y haré la química inorgánica". Ya acepta previamente que todo el ente se divide en orgánico, inorgánico, etc. Esa división no la hace la ciencia, la da por supuesto, es decir, se mueve dentro de una comprensión previa que ya ha ordenado la totalidad del ser. ¿Ven la importancia de que lo que nos determina son los pensamientos y no las cosas, de tal manera de que tu sólo ves las cosas que aparecen dentro de ese ordenamiento presupuesto que hace que sea real esto y no aquello? Estas son las cosas que importan, no las que salen en los periódicos... pero por supuesto, los periódicos dan por supuesto toda una escisión de lo que es real, de lo que no es real, de lo que es noticia, de lo que es importante, etc.: son velos que cubren lo que sea el ser. No sabemos lo que hay, sólo sabemos lo que hay desde tal perspectiva. Lo que pasa es que no creemos que sea una perspectiva, creemos que es La Verdad. Pero lo que nos ha mostrado Nietzsche es que esa verdad tiene una historia. Y la verdad de occidente ha sido en el tiempo de Nietzsche la verdad establecida 2000 años antes por el cristianismo, que también fue un ordenamiento de la totalidad del ente. Cuando emerge el cristianismo aparece un mundo nuevo, que no era el mundo en que vivía el pagano. Es decir, cuando aparece el cristiano aparece el pagano, que no existía antes tampoco, y aparece el reino sobrenatural como un reino real que supera y deja atrás al reino natural. La palabra "naturaleza" cambia completamente de sentido. Por lo tanto, decir "es natural" antes del cristianismo era decir una cosa, y decir "es natural" después del cristianismo es decir otra cosa. El sentido, la jerarquía de las palabras han variado radicalmente desde una nueva iluminación del ser. Pero claro, esa iluminación del ser ha durado 2000 años y ha llegado a agotarse por su propio peso. Dios ha muerto. Los valores que sustentaban por sí mismo han caído hasta el punto en que ya el occidental aunque diga que cree en ellos no vive en ellos. No porque sea un indisciplinado, sino porque estos valores no tienen la fuerza de mover creativamente, han caducado, están podridos, no es que el hombre sea un hipócrita, es que estos valores ya no tienen esa fuerza, se han agotado.]
[10 Los más nihilistas son los que vienen a sacarnos del nihilismo proponiendo programas, por ejemplo recuperando el espíritu, retornando al anima mundi, etc., etc., todas propuestas que creen que el hombre arbitrariamente puede cambiar la historia, en lugar de respetar lo que la historia cuenta.]
[11 Esa meta no puede fundarse en nada ajeno al mismo establecimiento, es decir, es una verdad que no se puede fundar en ninguna otra verdad presupuesta, sino que se funda en la fuerza con que esa verdad se impone.]
[12 No puede ser un teorema, no puede ser una pura razón lógica, tiene que ser iluminante, tiene que tener una fuerza vinculante, una fuerza vinculante que un razonamiento lógico no tendrá. Por eso ningún razonamiento lógico de los que se encontraron en la escolástica para demostrar la existencia de Dios era una necesidad, sino que eran un ejercicio del logos. Ningún escolástico tenía que razonar para creer en Dios, ya se creía en Dios, pero se ejercitaban en demostrar, en lograr pruebas racionales, no porque las necesitaran, sino que era un ejercicio del desarrollo del logos. Esos razonamientos existen, pero no convencen a nadie, sólo convencen al que ya cree. A nadie podrás convencer de la existencia de Dios por medio de un razonamiento matemático. Sí, será claro, pero no tiene la fuerza vinculante. Pues no. El establecimiento de una meta que tenga tal poder de convocar la energía creativa de toda una comunidad no puede ser un teorema matemático, no puede ser una verdad técnica, tiene que ser una iluminación del ser que tenga este poder de comprometer a todos los que son iluminados por esa visión. Es decir, hace falta algo más que la pura verdad lógica o verdad matemática, o incluso verdad fáctica. Además la verdad debe tener fuerza, debe ser una fuerza que convoca, y no una verdad que uno contempla, tiene que ser un tipo de verdad que impregne completamente la existencia. Y claro, esto no se lo saca uno de la manga.]
[13 Es decir, la meta tiene que liberar aquellos poderes que hacen que esa meta sea vinculante, y no indiferente o algo que si quiero lo tomo y si quiero no lo tomo; es decir, ante esa meta no hay libertad de elección, aparece como un es así.]
[14 Es nuevo porque es inédito, nunca antes sospechado, es que ni siquiera podía sospecharse porque ha sido creado, no es que ya existía y la meta lo ilumina, sino que la meta lo crea. La meta crea la realidad, no es que ya haya una realidad fija y hay que ir acercándose: eso ya presupone una visión compartimentada de la realidad, que es la visión positivista, que dice que ya existe la realidad y que tenemos que fotografiarla. Pero la visión positivista, como muestra Nietzsche muy claramente, es cristianismo secular, con su mito del progreso, sólo que en vez de avanzar a un paraíso hacia arriba, el paraíso está más adelante... y cada día somos más felices, y cada día somos más sabios, y cada día ejemplificamos mejor y mejor al último de los hombres, que se extiende por la tierra como un pulgón. Por lo tanto, para Nietzsche la visión de la ciencia sigue echando un velo, porque se mueve dentro de una aceptación cristiana, sigue diciendo que hay que enfocar las cosas en función de cómo deberían ser, la verdad nunca es la manifestación, sino algo escondido y hay que descartar el mundo aparente para buscar el mundo real, sean átomos, sean genes... que nunca está dado. Ese mundo real de las ciencias es un mundo construido, construido con un instrumental, con una serie de teorías, etc., etc. Esto no quiere decir que no sirva. Claro que sirve. Posiblemente sea hoy en día, -esto no lo dice Nietzsche-, la fuerza más vinculante que le queda al occidental, pero sigue siendo un resto que en sí lleva la putrefacción del nihilismo.]
[15 No el hecho intrépido de que yo me cuelgo de un puente y hago puenting porque estoy muy aburrido y busco excitación. No. Hechos culturales, colectivamente, intrépidos, que van más allá de las fronteras, es decir, más allá el bien y del mal.]
[16 Ahora sí podemos entender qué quería decir Nietzsche por nihilismo. Y no quería decir una filosofía a la que yo me apunto o a la que yo combato. No. El nihilismo es la pérdida total de significado que -lo reconozcas o no, te apuntes o no- invade tu existencia, porque invade la sociedad, la comunidad y el momento histórico en el que vives, respiras y eres, -pienses lo que pienses. El nihilismo no es una postura intelectual, es una realidad histórica. Está ahí, incluso está en ti, reconocido o no reconocido. Está en ti porque está en el mundo, y además no porque sea culpa de nadie. Y cuando lo van a interpretar como culpa, ahí ya salió el cristiano en ustedes, ese cura que llevamos dentro: "algo está mal, tendría que... me he de esforzar... he de pagar...". Ahí pueden ver como da patadas el cura que llevamos dentro, y el cura en nuestra cultura. Ahora no viene en forma de cura, ahora viene en forma de "conciencia ecológica...", "el mundo depende de ti...", etc., etc. Bueno, ese es el cura que está en ustedes, haciéndoles sentir que tienen un poder de decisión que no tienen, que son culpables de algo y que la vida sólo se puede explicar por culpables. En un momento de su obra Nietzsche se ríe de la gente (con dolor por cierto), de la explicación de que primero yo soy culpable, luego hay un alivio al ver que yo no soy culpable, pero luego entonces culpable es el sistema, culpables son los que mandan, etc. Uno no se puede liberar tan fácil de la estructura de la culpa, porque detrás de eso hay una necesidad de castigar y de acusar: la consciencia del esclavo. Nunca se entiende qué estructura de consciencia está operando ahí, y es la misma, ya sea que te acuses a ti o a otros, al sistema, a la corporación, al capitalismo, etc. Por eso la visión que en Nietzsche encuentra su expresión, es una visión que finalmente se expresa en algo que los curas y los moralistas en nosotros sentirán como una agresión: y es la inocencia del devenir. La historia es inocente, es injustamente inocente. El moralista quiere que todo quepa en su limitada idea de lo que es justo. En lugar de ser enseñado por la historia, sigue habiendo el cura en nosotros que juzga la historia. ¿Y cómo la juzga? Moralmente. ¿Con qué moralidad? Con una moralidad que tiene 2000 años, absolutamente decadente, pero es la que te enseñó papá, el abuelito, la escuela, etc., etc. Bueno, mientras vivas así eres un esclavo que llevas a cuestas ídolos, incapaz de pensar por ti mismo, incapaz de elevarse a la altura del pensamiento, un repetidor, es decir, como dice Nietzsche, el rebaño. Aceptar que la historia no sea moral ni inmoral, y que tenga su propio qué, y que no haya buenos ni malos, ni culpables ni inocentes es liberarse de 2000 años de cristianismo. Es muy difícil. En el ojo está continuamente ese afán, precisamente por ser un animal herido, de vindicatividad. ¿Qué vas a hacer con tanta rabia y con tanta furia si no hay a quién culpar? ¿Y qué haces si no hay un sistema al que acusar? "El sistema es el culpable". No es la causa del enfado, es el objetivo buscado para justificar la rabia, el resentimiento característico que provoca la debilidad de fuerza creativa. Ya no hay fuerza creativa. Pero en la rabia, por la pérdida de la creatividad, que muchas veces Nietzsche nombra como la pérdida de la realidad del instinto, que es la voluntad, crea seres resentidos. ¿Y cómo expresan su resentimiento? Con un juicio que busca juzgar, acusar y destruir. Esto es fuerte, porque de repente los buenos no son tan buenos. Toda la estructura de culpa, inocencia, buenos y malos, podría ser también un velo que ha ordenado al ser cristianamente, platónicamente.]
[17 ¿Por qué es necesario? Porque es destinal, está llamado, no porque Nietzsche lo quiere, sino porque lo clama el momento histórico, lo clama el desierto que se viene, el desierto que ya está presente. Este desierto es la forma de clamar la necesidad de establecer el objetivo. No es que Nietzsche arbitrariamente diga: "yo propongo que es necesario". No. No tiene que ver con el ego. Cuando el tsunami viene no es que yo decido que viene un tsunami. Yo lo más que puedo hacer es atestiguar que "ahí está". Nietzsche atestigua que el momento clama. Y no es un momento cualquiera, es el final, y por lo tanto el comienzo. No es un momento entre muchos momentos, es un momento crítico. La única respuesta a este momento es la transvaloración de todos los valores. No una salida individual que acepte los valores dominantes y busque escurrirse por la puerta trasera para irse a su paraíso artificial, o como dice Vargas Llosa, para darse un chute de irrealidad, una pequeña vacación de irrealidad, un poquito de facebook, un poquito de que me voy a la campaña a respirar y ver los pajaritos... una forma de esquivar lo que es serio y grave mediante una dosis pasajera de irrealidad. Esto no se dice pero es lo que hay. No hay ninguna propuesta creativa, no hay ningún enfrentamiento ante esto, cuando lo hay aparece la necesidad convocada por el momento histórico, no de una salida provisional, sino de un restablecimiento de todos los valores, de todo un orden de valoración. Para Nietzsche ser es valer, sin evaluación no hay realidad, sin luz no se ve nada, son los valores los que iluminan. Hasta ahora las luces eran las luces del cristianismo, y esto no sirve más, ya no hay luz, y cuando hay consciencia de que no hay luz, de que es el desierto, de que es la nada la que está presente, éste reconocimiento requiere y exige una transvaloración, una crítica de todos los valores que dé lugar a la creación, no arbitraria, de meta, que es, de un sistema de valores, de unas nuevas tablas de la ley -llega a decir Nietzsche. Las nuevas tablas de la ley es un nuevo ordenamiento del ser. Ya Nietzsche a su manera burlona lo hace: llama a todo lo malo bueno. Para Nietzsche es en lo malo, en lo que ha sido rechazado, donde ahora están las fuerzas creativas. ¡Cuánto de esto va a tomar Freud...!]
[18 Es como si Nietzsche hubiera visto nuestra época, parece muy contemporáneo. Nietzsche vivió en 1880, y estamos en el 2011, pero ya estaba incipientemente lo que hoy se ha explicitado y se sigue explicitando. No es que Nietzsche salte al futuro, vio el presente, pero lo vio en movimiento, no como una foto estática, vio que ya existía el movimiento que llevaba a esto.]
[19 Para Nietzsche está cerrada la puerta del retorno a lo antiguo. El retorno esquiva la responsabilidad de crear basado en un copiar. Pero copiar no es crear, copiar es creer que este momento no es único, sino que es uno de tantos para el cual vale una respuesta antigua. Eso no es estar presente ante el desafío que este momento está requiriendo, es no aceptar al huésped. Como dijo Nietzsche, ha llegado el más inhóspito de todos los huéspedes, el más temible, y se llama nihilismo. Cerrar los ojos y jugar a que no está, o yo me vuelvo a lo que había antes porque antes no lo había no es aceptar al huésped, ni aceptar los problemas y los desafíos que el huésped trae consigo. Por lo tanto, como diría W. Giegerich, mucha hospitalidad para con los dioses que nos gusta, pero no para los que están aquí. Hillman citaba aquello que cuentan de Plotino, aquél gran filósofo del siglo III, donde le preguntaron "¿cómo es que no vas al templo a rezar a los dioses?", y Plotino contesta "el dios que quiere que se le rece es el que ya está aquí". No se trata que yo vaya a buscar un dios a quién rezar, sino que acepte al que está presente. Pero nosotros queremos rezar a dioses bonitos, dioses del alma rosa, de la belleza, de que no pasa nada, de que todo se arreglará, los dioses de que tenemos que pelear contra los malos del sistema, nosotros somos los buenos que estamos en favor del alma, del bien, de la humanidad, de los animalitos, etc., etc. Son los dioses que nos gustan, pero no los que están viviendo en nuestra vida en esta situación histórica, nosotros queremos un chute de irrealidad. Es característico del nihilismo el merodeador, es decir, el esteta, es decir, el que juega a posiciones y no está para nada. Pero esa no es la respuesta al desafío, ese es el síntoma (por ponerle un nombre) de la enfermedad.]
[20 Nietzsche es un enemigo de todos los nacionalismos. La forma en que se mofa de Alemania eso los nazis se olvidaban de citarlo. Se mofa del nacionalismo austrohúngaro, alemán, francés, porque son fronteras totalmente preestablecidas, determinadas por intereses políticos, que son intereses económicos, que se basan en una comprensión del ser ya gastada. Nietzsche habla de una fuerza que pueda unir a toda una cultura, no a una raza, a una clase social o a un país. ¿Cuales son los límites de una cultura, de un modo de estar en el mundo? Y todavía aquí en el 2011 tenemos que lidiar con los pro o contra nacionalismos locales. Penoso. Pero ese es el velo que a muchos les hace aparecer la realidad.]
[21 Internacional aquí quiere decir que varias naciones creen una especie de coloquio para decidir el sistema de valores. Evidentemente no puede ser así.]
[22 Estamos en 1880. En el momento en que Nietzsche escribe se están formando las naciones particulares que forman Europa. Buscar un acuerdo diplomático con las otras no es establecer creativamente la fuerza de un propósito que ilumine. La fuerza va a surgir, no de un individuo, ni de un grupo de representantes de individuos, sino de un pueblo, un pueblo constituido históricamente. Pero un pueblo constituido históricamente, en ese momento, es una nacionalidad. ¿Pero va a surgir de una sola nacionalidad? No. Porque cada nacionalidad tendrá su qué. Y unas estarán a favor y otras estarán en contra. Y habrá una diversidad. Y el establecimiento del objetivo no propondrá simplemente un acuerdo, que eso sería lo fácil, sino una lucha. Una lucha tal como ocurre en la vida de la historia y de la naturaleza cuando no se las enfoca moralmente. Y cuando no se las enfoca moralmente no hay nada viviente que no luche. El reino de la paz y del acuerdo es un reino moralmente establecido por un velo que rechaza la aceptación de lo que está siendo sensualmente presente. La lucha es la madre de todas las cosas. No se trata de una concordia políticamente correcta, sino de la concordia que nace de la discordia de todas las cosas.]
[23 Recuerden que en Nietzsche meditar no tiene nada que ver con entrar en trance. Meditar es la traducción al castellano de la expresión pensamiento filosófico profundo, reflexión profunda, cuestionadora, dialéctica, nada de contemplación, de vacío, de no ser, de silencio, sino todo lo contrario, compromiso y entrar a fondo en el tema.]
[24 ¿Qué superaría plenamente al nihilismo? El que emerja una nueva propuesta que cree una realidad y un sistema de valores, y entonces el nihilismo mismo sería superado, porque el nihilismo es la caída de los valores. Con la superación del nihilismo surgirían valores nuevos con fuerza vinculante.]
[25 La política al gran estilo, o la gran política para distinguirla del politiqueo de los políticos. La gran política es la gran colocación filosófica que despierta esta convicción y que genera una adhesión tal que se propone históricamente, -aunque tenga que ser convertida desde la plenitud interior de cada pueblo- una visión que hace aparecer un ordenamiento completamente nuevo del ser porque hay nuevos valores, -que no son los que han sido creados antes- que iluminan la realidad. Y entonces la gente ya no se tiene que inventar un "¿cómo encontrar sentido a la vida?", porque ni siquiera notan que no lo hay, ya están encardinados entre un mundo que tiene la fuerza para mover todo lo creativo -a diferencia de ahora que por creativo se entiende los espectáculos de entretenimiento que montan los institutos de cultura como otra semanita de irrealidad. El artista hoy es el que provee para satisfacer a la necesidad individual y colectiva de espectáculo, es decir, de vacaciones de irrealidad. Hasta la gravedad del arte, ya por la forma, por el medio, por su sintaxis, ha perdido toda gravedad. Esto Nietzsche lo vio. Con estos valores el arte se ha muerto. Se ha muerto el arte, se ha muerto la religión y se ha muerto la moral: las tres formas que él considera expresiones culturales que antes daban sentido a un pueblo. Antes, dice Nietzsche, hubo el milagro griego, en aquella cultura de la cual surge la tragedia, la comedia, la geometría, la filosofía, la arquitectura, había una creación de valores que convocaba y liberaba el poder creativo de una comunidad. Por eso el joven Nietzsche habla del mundo griego como un mundo viviente que enfrenta, que se coloca ante la realidad y que tiene valores creadores, pero que inevitablemente ya pasó. Los griegos no hacían un templo para que los turistas sacaran fotos (porque no había turismo para empezar), el templo tenía un propósito dentro de la comunidad. Los griegos no hacían un cuadro que me llevo a casa para sentirme creativo (no existía el autor todavía), era la expresión colectiva de una necesidad y que por lo tanto tenía sentido en la comunidad. En el griego la polis estaba viva. ¿Hoy en día quién cree en los políticos? Pero no es culpa de los políticos el que sean farsantes, porque farsantes aquí todos. Es toda una cultura que se ha ido a pique. Y en su irse a pique está la invitación a un potencial renacimiento.]
martes, 25 de enero de 2011
El marketing de la locura
sábado, 22 de enero de 2011
Reir o morir: cómo el "pensamiento positivo" engaño a América y al mundo

Excelente crítica del magnífico libro de Barbara Ehrenreich, en inglés
Smile or Die: How Positive Thinking Fooled America and the World by Barbara Ehrenreich
Jenni Murray salutes a long-overdue demolition of the suggestion that positive thinking is the answer to all our problems
by Jenni Murray
The Observer, Sunday 10 January 2010
Every so often a book appears that so chimes with your own thinking, yet flies so spectacularly in the face of fashionable philosophy, that it comes as a profoundly reassuring relief. After reading Barbara Ehrenreich's Smile or Die: How Positive Thinking Fooled America and the World, I feel as if I can wallow in grief, gloom, disappointment or whatever negative emotion comes naturally without worrying that I've become that frightful stereotype, the curmudgeonly, grumpy old woman. Instead, I can be merely human: someone who doesn't have to convince herself that every rejection or disaster is a golden opportunity to "move on" in an upbeat manner.
Smile or Die: How Positive Thinking Fooled America and the World
by Barbara Ehrenreich
Ehrenreich came to her critique of the multi-billion-dollar positive-thinking industry – a swamp of books, DVDs, life coaches, executive coaches and motivational speakers – in similar misery-making circumstances to those I experienced. She was diagnosed with breast cancer and, like me, found herself increasingly disturbed by the martial parlance and "pink" culture that has come to surround the disease. My response when confronted with the "positive attitude will help you battle and survive this experience" brigade was to rail against the use of militaristic vocabulary and ask how miserable the optimism of the "survivor" would make the poor woman who was dying from her breast cancer. It seemed to me that an "invasion" of cancer cells was a pure lottery. No one knows the cause. As Ehrenreich says: "I had no known risk factors, there was no breast cancer in the family, I'd had my babies relatively young and nursed them both. I ate right, drank sparingly, worked out, and, besides, my breasts were so small that I figured a lump or two would improve my figure." (Mercifully, she hasn't lost her sense of humour.)
I had long suspected that improved survival rates for women who had breast cancer had absolutely nothing to do with the "power" of positive thinking. For women diagnosed between 2001 and 2006, 82% were expected to survive for five years, compared with only 52% diagnosed 30 years earlier. The figures can be directly related to improved detection, better surgical techniques, a greater understanding of the different types of breast cancer and the development of targeted treatments. Ehrenreich presents the evidence of numerous studies demonstrating that positive thinking has no effect on survival rates and she provides the sad testimonies of women who have been devastated by what one researcher has called "an additional burden to an already devastated patient".
Pity, for example, the woman who wrote to the mind/body medical guru Deepak Chopra: "Even though I follow the treatments, have come a long way in unburdening myself of toxic feelings, have forgiven everyone, changed my lifestyle to include meditation, prayer, proper diet, exercise and supplements, the cancer keeps coming back. Am I missing a lesson here that it keeps re-occurring? I am positive I am going to beat it, yet it does get harder with each diagnosis to keep a positive attitude."
As Ehrenreich goes on to explain, exhortations to think positively – to see the glass as half-full even when it lies shattered on the floor – are not restricted to the pink-ribbon culture of breast cancer. She roots America's susceptibility to the philosophy of positive thinking in the country's Calvinist past and demonstrates how, in its early days, a puritanical "demand for perpetual effort and self-examination to the point of self-loathing" terrified small children and reduced "formerly healthy adults to a condition of morbid withdrawal, usually marked by physical maladies as well as inner terror".
It was only in the early 19th century that the clouds of Calvinist gloom began to break and a new movement began to grow that would take as fervent a hold as the old one had. It was the joining of two thinkers, Phineas Parkhurst Quimby and Mary Baker Eddy, in the 1860s that brought about the formalisation of a post-Calvinist world-view, known as the New Thought Movement. A new type of God was envisaged who was no longer hostile and indifferent, but an all-powerful spirit whom humans had merely to access to take control of the physical world.
Middle-class women found this new style of thinking, which came to be known as the "laws of attraction", particularly beneficial. They had spent their days shut out from any role other than reclining on a chaise longue, denied any opportunity to strive in the world, but the New Thought approach and its "talking therapy" developed by Quimby opened up exciting new possibilities. Mary Baker Eddy, a beneficiary of the cure, went on to found Christian Science. Ehrenreich notes that although this new style of positive thinking did apparently help invalidism or neurasthenia, it had no effect whatsoever on diseases such as diphtheria, scarlet fever, typhus, tuberculosis and cholera – just as, today, it will not cure cancer.
Thus it was that positive thinking, the assumption that one only has to think a thing or desire it to make it happen, began its rapid rise to influence. Today, as Ehrenreich shows, it has a massive impact on business, religion and the world's economy. She describes visits to motivational speaker conferences where workers who have recently been made redundant and forced to join the short-term contract culture are taught that a "good team player" is by definition "a positive person" who "smiles frequently, does not complain, is not overly critical and gratefully submits to whatever the boss demands". These are people who have less and less power to chart their own futures, but who are given, thanks to positive thinking, "a world-view – a belief system, almost a religion – that claimed they were, in fact, infinitely powerful, if only they could master their own minds."
And none was more susceptible to the lure of this philosophy than those self-styled "masters of the universe", the Wall Street bankers. Those of us raised to believe that saving up, having a deposit and living within one's means were the way to proceed and who wondered how on earth the credit crunch and the subprime disasters could have happened need look no further than the culture that argued that positive thinking would enable anyone to realise their desires. (Or as one of Ehrenreich's chapter headings has it, "God wants you to be rich".)
Ehrenreich's work explains where the cult of individualism began and what a devastating impact it has had on the need for collective responsibility. We must, she says, shake off our capacity for self-absorption and take action against the threats that face us, whether climate change, conflict, feeding the hungry, funding scientific inquiry or education that fosters critical thinking. She is anxious to emphasise that she does "not write in a spirit of sourness or personal disappointment, nor do I have any romantic attachment to suffering as a source of insight or virtue. On the contrary, I would like to see more smiles, more laughter, more hugs, more happiness… and the first step is to recover from the mass delusion that is positive thinking". Her book, it seems to me, is a call for the return of common sense and, I'm afraid, in what purports to be a work of criticism, I can find only positive things to say about it. Damn!
miércoles, 29 de diciembre de 2010
“Aurora” de Nietzsche

En el siguiente enlace puede accederse a la versión íntegra de “Aurora” (1881) de Nietzsche, obra cuyo título íntegro incluye “Reflexiones sobre los prejuicios morales” y que fue publicada después de “Humano, demasiado humano” y “El caminante y su sombra” e inmediatamente antes que “La gaya ciencia” y “Así hablaba Zaratustra”.
"Con este libro ―dice Nietzsche refiriéndose a Aurora― inicié mi campaña contra la
moral". Y sigue advirtiendo Nietzsche: "¿Dónde busca el autor esa nueva mañana, ese delicado arrebol que aún está por descubrir y con el que comienza un nuevo día, o mejor, toda una serie, todo un mundo de nuevos días? En una inversión de todos los valores, en una liberación de todos los valores morales, en un afirmar y en un creer en todo lo que hasta hoy se ha venido prohibiendo, despreciando y maldiciendo".
jueves, 23 de diciembre de 2010
El pensamiento de Nietzsche

Aquí puede escucharse la clase dada por E. Eskenazi el 20 de diciembre de 2010 en la Librería Sto. Domingo, como parte del curso “Nietzsche: Nihilismo & Psicología”
miércoles, 24 de noviembre de 2010
La pérdida de la unidad

La pérdida de unidad
A través de cantidad de sacrificios y de evolución histórica el cristianismo se encargó sistemáticamente de desacralizar el mundo natural. En el siglo VII, por ejemplo, hay un acontecimiento decisivo que es cuando San Bonifacio tala en Alemania el roble sagrado de los Celtas, que durante siglos y siglos había sido la presencia viviente de la unión de lo divino y lo natural. Los cristianos lo talan, y lo importante -psicológicamente- no es el hecho de talarlo, no se tala solamente un árbol, sino que se destierra definitivamente un modo de consciencia, aquel tipo de consciencia que podía encontrar la divinidad presente en el árbol directamente, sin tener que decir por un lado "capto la divinidad del árbol" y por el otro lado ver el árbol sin la divinidad (porque para hacer eso ya había que ser cristiano).
Para poder separar el árbol de los dioses en el árbol ya hay que captar el árbol como un objeto no divino que contiene una divinidad. Pero para el pagano, para el politeísta, no había por un lado un árbol y por el otro la divinidad del árbol, porque para poder pensar así hay que imaginarse que por un lado está la divinidad y por el otro lado un objeto vacío de divinidad puramente mecánico llamado "árbol". No lo había antes, se pudo ver un objeto vacío puramente mecánico llamado "árbol" y un significado aparte, a partir y mediante el cristianismo, y no antes.
Y el cuerpo y el mensaje aparecen a la vez, la separación entre cuerpo y mensaje ocurre a una, y antes no había separación entre cuerpo y mensaje, el cuerpo era el mensaje y el mensaje era el cuerpo, no se podía hablar de dos.
En cierto sentido la evolución -el proceso de transformación de la consciencia- es hacer un dos en donde antes había un uno y simultáneamente ver el uno en el dos. Pero donde antes estaba todo unido, simple e ingenuo -el hecho era lo divino y lo divino el hecho- se produce una ruptura y ahora vemos hechos por un lado y significados divinos por el otro.
El pagano que sacrificaba ritualmente un animal o un ser humano no veía el sacrifico por un lado y el sentido del sacrificio por el otro, sino que el acto era el significado. Justamente, el sacrificio como acto que lo contiene todo se empieza a separar en un acto vacío de sentido y en un sentido separado del acto cuando muere el sacrificio, cuando ya el sacrificio se ha vuelto obsoleto, cuando se ha entrado en otra forma de consciencia.
Por ejemplo cuando hablamos de "sincronicidad", que es una idea que jamás se le hubiera ocurrido a un primitivo, también partimos del dos. La idea de "sincronicidad" habla de como unir lo que está separado, y por lo tanto es una consciencia que -aunque tenga la hermosa y respetable nostalgia de restaurar la unidad- ya está tocada por la dualidad, porque si no hubiera experiencia de la separación ni siquiera surgiría el problema de la unión.
La idea de separación y la idea de unidad van a la par, y cuando una persona habla de unidad es porque ya experimenta la separación, y no es que primero hay unidad y luego hay separación, sino que primero no hay nada y surgen a la vez en el acto de la ruptura la unidad por un lado y la separación por el otro. Estar instalado en esa grieta puede llevar a preguntarse "¿cómo lograr la unidad?" pero eso justamente habla, sin que uno lo diga, de la grieta en la que uno está instalado. No se puede hablar de reconciliación si no ha habido separación. Ni siquiera se puede hablar de no-separación sino por la experiencia de la separación. Por lo tanto, no es que hay la experiencia de la separación a partir de la experiencia de la unidad, sino que hay un estado en que no existe ni unidad ni no-unidad, y de repente un momento en que aparecen separación y unidad.
No puede haber experiencia ni noción de unidad que no contenga en sí misma, lógicamente, la separatividad. Ni puede haber experiencia ni noción de separación que no contenga la noción misma ya de unidad. Y unidad y dualidad no son dos, sino que están convocadas por el mismo movimiento, y sólo aparecen como consecuencia de una lógica, que no es ni la una ni la otra sino las dos a la vez. Y cuando no hay esa lógica no hay ni la una ni la otra. Nosotros ya estamos ahí, por eso nos es tan fácil captar unidad sin separatividad y separatividad sin unidad, porque estamos de este lado de la escisión. Lo que nos es muy difícil es captar una dimensión donde ni lo uno ni lo otro.
Esto es pensar, que no es poner rótulos. Este proceso por el cual se ve como una cosa convocaba ya a la otra sólo se puede entender pensando. Y el pensamiento no es "o esto", "o lo otro", sino el movimiento que hace aparecer a ambos. Esto no se puede imaginar, porque al imaginarlo me lo imagino junto o me lo imagino separado. Pero en cuanto pienso, ya no puede hablarse de unidad, porque si hubiera realmente unidad no habría pensamiento de la unidad.
Sólo puedo hablar de la infancia cuando ya no estoy en la infancia. Pero cuando estoy en la infancia soy la infancia, no hay nombre para la infancia. Y cuando uno habla de la infancia -aún pretendiendo estar en la infancia- la consciencia ya no está ahí, se ha salido de ahí, y por eso es apuntable. Solo puedes tener al frente aquello en lo que ya no estás, pero mientras estás no está al frente.
Entonces, si yo puedo hablar de un estado de unión entre lo físico y lo psíquico, o entre lo externo y lo interno, es porque eso ya está consumado, es porque hay una ruptura entre la consciencia y entre aquello de lo que habla. Pero si la unión fuera verdaderamente unión no habría ni siquiera una consciencia que pudiera hablar de la unión.
Por lo tanto, en cuanto hay consciencia, en cuento hay reflexión, hay ruptura, no hay inmediatez. La inmediatez, el estado de identificación total, tal que ni siquiera se podría hablar de identificación total, es un estado de inconsciencia, es un estado del que no se podría hablar. La consciencia y la inconsciencia surgen a la vez, y eso es el "alma". Por lo cual, podríamos decir que el "alma" se hace, no está hecha, y antes de consciencia e inconsciencia no hay "alma", ni hay cultura, ni hay logos, no hay nada. Podríamos decir que el perro y el gato viven ahí, en esa nada, en ese ni arriba ni abajo. El gato y el perro son totalmente y completamente todo lo que son, y por lo tanto ni siquiera puede haber un nombrar lo que son.
Esto cuesta mucho porque hay una especie de añoranza, la del místico que quiere recuperar la unidad. Pero el recuperarla no es volver a donde se estaba, porque sólo puede haber el deseo de recuperar desde la pérdida. La experiencia de la pérdida no se puede tirar por la borda, pues si se regresara se traería con sigo la pérdida, y no sería un regreso, sería un nuevo estadio. Y cuando vuelo a mi tierra no vuelvo a mi tierra porque el yo que vuelve no es el yo que no se había ido, y la tierra a la que vuelve no es la tierra que dejó. Sólo la idea de que hay un yo separado de la experiencia y una tierra objetiva separada de la experiencia puede hacer imaginar que yo regreso a aquella tierra. Pero si hablamos de la verdad viviente no se puede regresar, porque el que regresa no es el que se fue, y además no puede regresar porque a donde regresa no es de donde se fue. Por lo tanto, la idea del regreso ya supone que se ha perdido el regreso. No hay regreso, hay otra cosa, y cuando uno vuelve no es uno y a donde se vuelve es otra cosa.
Reconocer que se ha producido un salto es aceptar la muerte, que es lo que la consciencia representativa no quiere aceptar, que es lo que el aferrado a la imagen de la unión, de la niñez incorrupta, no quiere aceptar, no quiere aceptar que ha habido un salto, un corte, una muerte, y ni siquiera puede pensar la muerte, porque sería pensar la negación. Pero justamente la negación es el proceso. Esto también lo dice Hegel en el prólogo a la Fenomenología del Espíritu: "La muerte, sí así queremos llamar a esa irrealidad, es lo más espantoso, y el retener lo muerto lo que requiere una mayor fuerza. La belleza carente de fuerza odia al entendimiento porque éste exige de ella lo que ella no está en condiciones de dar. Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se mantiene pura de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como lo positivo que se aparta de lo negativo, como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso y, hecho esto, pasamos sin más a otra cosa, sino que sólo es esta potencia cuando mira cara a cara a lo negativo y permanece cerca de ello. Esta permanencia es la fuerza mágica que hace que lo negativo vuelva al ser."
Por lo tanto no trata de decir "no pasó nada, y es lo mismo", sino que sabe que ha pasado, y no sólo que ha pasado allí, sino que ha pasado en uno, y el poder mantenerse en este desgarramiento es justamente lo que lo transforma en espíritu, en esencia, en "perfume" (si queremos hablar alquímicamente), en algo que se ha sutilizado, que ya no está pegado a la cosa, porque puede ser sutil a través de todos los procesos de "machacamiento", de negación, que no quiere decir tirar por la borda lo que se fue, sino reconocer que ya no se es lo que se fue y sin embargo se es lo que se fue pero de otra manera. Esto es dialéctica. Pero el sentido común (la mente poco entrenada, la representación) dice: "o se es lo que se fue", o "no se es lo que se fue", pero no puede ser que se sea y no se sea. Pero el pensamiento dialéctico es el que dice, precisamente se lo es porque ya no se lo es. Es esta identidad de mismidad y de diferencia, es lo mismo sólo en cuento no es lo mismo. Pero si se quiere decir que es lo mismo porque no ha habido diferencia, esa mismidad es ilusoria. Se puede hablar, por lo tanto, de que sólo puede haber una continuidad en la ruptura. Sólo porque se ha roto forma parte de una historia. Pero no es lo mismo. No. Pero tiene vínculo. Sí, pero a través de la negación.