sábado, 28 de mayo de 2011
Más allá de la psicología
sábado, 21 de mayo de 2011
Momentos de una discusión sobre el pensamiento de Giegerich
En un blog se publicó un comentario despreciativo sobre la psicología de Giegerich que, a mi juicio, revelaba no sólo una pésima comprensión del pensamiento dialéctico de W. Giegerich, sino también ponía de manifiesto una colocación absolutamente inadecuada para acceder a ese pensamiento.
Un comentarista, llamémoslo XY, dice:
16 mayo, 2011 - 18:55
Muy buen artículo.
Por otra parte, no leí toda su acalorada e intelectualmente barroca discusión, aunque desde ya se nota una importante cuota de afectación en la polémica. He leído los artículos de Giegerich publicados por E. Esquenazi en su excelente pagina y, realmente, sigo sin comprender de donde nace por parte de un profundo lector de Jung como parece ser Esquenazi, la evidente admiración por este pensador que (al menos en mi interpretación de los textos mencionados) no veo que demuestre nada brillante fuera de lo que parece ser una poco disimulada ansia por ser reconocido como el genio que movió los cimientos de la psicología analítica, abriendonos los ojos encegecidos por la ilusión del viejo paradigma. Y digo esto no solo porque me resulta asombrosamente obvio en la retórica virulenta y arrogante del autor, sino porque sus grandes criticas parecen sostenerse sorprendentemente en un desconocimiento profundo del sentido de la obra de Jung (del que curiosamente dice considerarse sucesor), cuando no en una serie de postulados que repiten patéticamente muchos de las errores del positivismo más míope, desnudados por la propia obra de Jung. Hay, incluso, mentiras explicitas o errores groseros en la interpretación que Giegerich hace de ciertos aspectos de la teoría junguiana que hacen pensar si este pensador comprendió realmente a su “maestro” o profundizo lo suficientemente en su obra antes de apoyarse sobre lo que sabía o creía saber de esta para elevarse sobre ella en la postura de un genio innovador. Sobretodo porque, fuera de su falsamente grandilocuente crítica, esta autor no parece haber aportado o hecho otra cosa más que volver a las perspectivas psicologicas del materialismo más vulgar y a la soberbia más evidente del ego autosuficiente del hombre moderno.
Verdaderamente, y aunque los textos de Giegerich proporcionados por Esquenazi sigan siendo material interesantes desde algunos aspectos concretos, en su función primaria de crítica a la obra junguiana solo pueden parecerme un lamentable ejemplo de engreímiento intelectual, pero sobretodo ignorancia.
Enrique Eskenazi dice:
17 mayo, 2011 - 14:26
El Sr. XY dice que Giegerich no entiende a Jung o que incluso miente, pero se ahorra mencionar exactamente POR QUÉ (citando textos, aun mucho mejor) ni expone esas “mentiras”. Eso, lógicamente, no da pie a ninguna respuesta. El piensa lo que piensa sin mostrar nada que respalde su pensamiento. Yo, en cambio, puedo señalar cada frase de Giegerich y qué la fundamenta y en qué se basa. Claro, esto sólo si hay disponibilidad a entender su pensamiento, y no simplemente a rechazarlo porque “a uno no le gusta”. Así no se piensa, no se argumenta, no se desarrolla nada. Sólo opiniones, hasta ahora completamente infundadas. Por último aclaro que a mí no es Giegerich quien me fascina, sino la verdad. Y estoy persuadido de que hay verdad en el pensamiento de Giegerich, porque entiendo y comparto plenamente sus razones. En cuanto a “conocer la obra de Jung”, dudo mucho de que alguno en esta cadena la haya estudiado y analizado con la profundidad, el amor, la dedicación y la atención que ha mostrado Giegerich en más de cuarenta años de publicar artículos, libros y ensayos poblados de razones, pruebas, citas y argumentos. Seré amigo de Jung (o de Hillman o de Giegerich) pero aún más amigo de la verdad
XY dice:
19 mayo, 2011 - 16:10
Sr. Eskenazi, lo que usted me solicita es la densa tarea de ponerme a desarmar, punto por punto, el aparato teórico de los textos de Giegerich para exponer todos los errores, falsedades y falacias mencionados. Yo no lo considero un autor lo suficientemente relevante como para que merezca tal puntilloso tratamiento. Sin embargo, si usted me lo pide, en aras de la simplificación (y de mi tiempo), le señalaré algunos de los puntos que me parecen más importantes, tomando como referencia el texto “Es profunda el alma?” en donde Giegerich expone algunas de sus posturas más radicales con respecto a la psicología analítica:
1)Toda la discusión sobre si el alma es o no “profunda” es estéril, partiendo del punto de que Giegerich está literalizando una forma simbólica. La “profundidad” del inconsciente es una metáfora, un símbolo imaginativo para representarlo (al respecto, recomiendo ver Patrick Harpur “El fuego secreto de los filósofos”, Cap V). El “mundo del alma” se expresa en formas simbólicas, sean profundas o altas, pero no es por si mismo alto o bajo ya que estas son propiedades del mundo físico, no del mundo del alma. Aunque se pueda establecer relaciones de significado o interdependencia entre el mundo de los fenómenos físicos y el de los fenómenos psíquicos, reducir una dimensión de la realidad a la otra o fundirlas negando la diferencia entre ambas es una falacia que va en contra de la propia experiencia fenoménica (por esto creo que la frase de Raúl Ortega “no se trata de creer en la gravedad por leer a Newton, sino por caerse de culo” no es desafortunada ni poco rigurosa argumentalmente sino de hecho bastante precisa). (al respecto de la discusión sobre las superficies y las profundidades de lo real, recomiendo Ken Wilber, “Sexo, Ecología, Espiritualidad”, Cap. IV).
Aun cuando se pretenda, desde un punto de vista puramente idealista (o junguiano en el mejor sentido), considerar la totalidad de las experiencias como fenómenos psíquicos, y llamar a esta totalidad “alma”, dentro de esta experiencia psíquica no podríamos negar (sin caer en la más rotunda miopía) la diferenciación de los estados en que está experiencia se presenta: a saber, como mundo físico sensible y mundo mental no sensible (sentido o simbolizado como “interior”). Estaríamos entonces frente a un simple problema de terminología, y no fenomelógico.
Por lo tanto, la siguiente frase de Giegerich, parte de un desconocimiento o malinterpretación del pensamiento junguiano, y simplemente no es cierta:
“Mientras que dentro de la psicología el alma era omniabarcadora, la psicología misma fue planteada como limitando con, y totalmente rodeada por, un otro externo: la realidad “real”.”
Jung tenía ciertamente en claro la naturaleza primariamente psíquica de la experiencia fenoménica (“A los que creen haber dicho algo empleando la palabra “materia”, conviene hacerles reflexionar que lo que han hecho es sustituir la X por una Y, y que nos hallamos en el mismo punto en que nos hallábamos antes” “Recuerdos, Sueños, Pensamientos”), pero no por eso confundía los datos empíricos o era incapaz de diferenciar la fenomenología del alma de la del plano de los fenómenos físicos. La postura de Giegerich es una confusión que simplifica al extremo y quiere retrotraerse por medio del pensamiento lógico-analítico a una postura de no-dualidad (aunque sería realmente preciso llamarla “visión del mundo animista indiferenciada”), algo por cierto inherentemente paradójico, ya que todo su análisis parte del pensamiento lógico, cuya naturaleza misma es la de analizar las cosas a partir de la diferenciación (al respecto, Eric Neumman, “The Origins and History of Consciousness”).
2) Giegerich dice sobre Jung:
“…avanzó hacia una forma pensante, reflexiva, de conciencia como único modo adecuado en el cual pensar acerca del alma…”
Esto es una falacia totalmente anti-junguiana. Jung diferenciaba 4 funciones psíquicas básicas en su teoría, y ninguna es privilegiada por encima de las otras, sino que el ideal es que funcionen en un equilibrio dinámico (Véase Jung, “Tipos Psicologicos”). Con respecto al “pensar acerca del alma”, si nos referimos a las manifestaciones del inconsciente, es ridículo reducir la postura de Jung a la de un fenomenólogo racionalista (un estructuralista), cuando el aspecto “numinoso”, lo irracional, lo intuitivo y no lo meramente lógico-analítico-hermenéutico tienen un peso fundamental en toda su obra. El único que parece entronizar una función psíquica por sobre las otras es lamentablemente el propio Gieguerich, quien comienza y termina en la función intelectual, sin dejar espacio ni reconocer la legitimidad de las otras.
3) Sigue:
“Dos mil quinientos años después de Heráclito, Jung esperaba lograrlo, en su concepción del nuevo campo de la psicología de lo inconsciente, permaneciendo en el antiguo nivel de conciencia y sintiéndose eximido de tener que pensar en los temas primarios del alma.”.
¿Qué es esto? ¿Cuáles son los “temas primarios del alma” que según Giegerich Jung esquivaba con temor? ¿Qué es la vasta obra de Jung sino la preocupación y profundización justamente en los temas primarios del alma?
4) Dice Giegerich:
“El fundamento inconmovible del planteo de Jung era la frontera abstracta, externa, no psicológica (su “barrera a través del mundo mental”), que separaba “interior” y “exterior” como opuestos mutuamente excluyentes, espalda contra espalda, por decirlo así (…) En su pensamiento bien considerado, lo “interior” por una lado estaba separado de lo “exterior” (el objeto externo a nosotros) por una barrera insuperable”
Esto es otra falacia grosera y descarada. ¿Qué es la hipótesis de la sincronicidad sino la formulación del un tema que intrigaba continuamente a Jung: las relaciones entre la psique y el mundo “objetivo”?
5)Giegerich:
“La implicaciones de la teoría de la sincronicidad amenazan absolutamente, en verdad sacuden, nuestra visión del mundo usual. Pero Jung no asumió responsabilidad por su teoría. Él no tenía la culpa. No tenía nada que ver con ello. No había, por su propia cuenta, llegado a una pretensión “metafísica” de una última unidad. Tan sólo había descubierto ciertos “hechos empíricos” acerca de la naturaleza psicoide más profunda del inconsciente colectivo. Vergonzoso.”
Yo diría que lo que es vergonzoso es que un pensador que se dice sucesor de su maestro bastardee sus ideas de este modo y demuestre así mismo esta desmedida falta de respeto. Pero dejando esto de lado, Jung ¿era responsable de sus descubrimientos? ¿Qué clase de idea es esa? ¿Era Einstein responsable de haber descubierto la relatividad? Como científico, como fenomenólogo, Jung era responsable de la objetividad y de la precisión de sus investigaciones y descubrimientos, no de lo que sus investigaciones revelaban. La documentación y el enorme trabajo de precisión académica en sus escritos lo demuestran con creces. Pero más importante, Jung sí tomo los datos empíricos y formulo con ellos una hipótesis: la propia hipótesis de la sincronicidad a la que Giegerich refiere, ni mas ni menos (véase Jung, “La Interpretación de la Naturaleza y la Psique”).
6)Giegerich:
“La escisión neurótica en la psique occidental no es realmente patológica. Lo que la hace patológica es que no es entendida -no entendida como “síntoma” del hecho de que, en la historia del alma, la conciencia ha avanzado a un percatarse de sí misma como factor determinante, y como una mitad de un todo, un percatarse que simplemente requiere pensamiento y lógica dialéctica”.
Aquí la entronización de la función intelectual por sobre las otras tres se vuelve tan evidente en Giegerich como por demás patética, ya por otro lado arroja a la basura sin mas todo el modelo de Jung para la “cura del alma”, desde la confrontación con lo reprimido y lo numinoso como la necesidad de equilibrar los opuestos psíquicos, en los que toda la psicología junguiana hace especial hincapié, y que no pueden resolverse solo aplicando “pensamiento y lógica dialéctica”. Giegerich, sin más, propone al “pensamiento y la lógica dialéctica” como la solución a todos los problemas del alma. En otras palabras, el retorno a la filosofía iluminista y cartesiana como modelo de la psique. Lo cual no solo es increíble (sobretodo en un pensador que se dice desvergonzadamente sucesor de Jung) sino paradójico y contradictorio con su propia formulación.
7) Giegerich:
“El alma no está escindida, no necesita completitud, porque siempre es completa. La escisión está en la estructura mental de Jung (y la nuestra).”
“La escisión neurótica en la psique occidental no es realmente patológica. Lo que la hace patológica es que no es entendida (…) La escisión se vuelve neurótica, patológica, sólo porque se rechaza esta invitación, y la conciencia se encapsula obstinadamente en la inocencia de un modo anticuado de imaginar.
La barrera no es real pero nuestro “modo de pensar” (modo de ser-en-el-mundo, en su propia terminología) la actualiza, la convierte en una realidad psicológica. Entonces esta forma de pensar, este “modo de ser en el mundo”, está realidad del alma… está separada del mundo? ¿Cómo puede Giegerich no considerar este modo de pensar, esta realidad psicológica como “mundo” sin anular todos sus postulados anteriores?
Y dice: “la escisión no es realmente patológica…” solo para decir a continuación “lo que la hace patológica es que no es entendida… etc..” Lo lamento, esto es una tremenda, absurda, grosera contradicción dialéctica que no solo no tiene nada de brillante o lucida sino que no tiene ningún sentido.
Hay más que decir al respecto, tanto en este como en otros artículos de Giegerich, especialmente sobre sus críticas al respecto de la noción de arquetipo y del proceso de individuación, por limitaciones de tiempo, deberán (de ser necesario) quedar para otra ocasión.
Recomiendo sinceramente volver a echarle un vistazo a ese artículo realmente lúcido, sencillo, esclarecedor y contundente de Jung que es “Consideraciones Teóricas sobre la Naturaleza de lo Psíquico”, publicado en “Arquetipos e Inconsciente Colectivo” para revisar los postulados fuertes y argumentos empíricos reales desde donde nace la psicología analítica.
Saludos.
Enrique Eskenazi dice:
19 mayo, 2011 - 16:16
Todo lo que dice Giegerich es verdad, y es una pena que Ud. obviamente no lo comprenda (y no es mi tarea explicarle a Ud. lo que su falta de atención no percibe). En cuanto a que Giegerich “miente”, tiene que tener cuidado en lanzar esas calumnias en público. Este foro no es importante, pero se hace vulnerable Ud. de una denuncia por difamación.
XY dice:
19 mayo, 2011 - 16:24
Mi comentario sobre la “verdad” o “falsedad” en los textos de Giegerich obviamente no está referida a la sinceridad científica o moral del autor, sino de su validez de verdad como postulado teoríco, asi que su aclaración está totalmente de más y fuera de lugar.
Por otro lado, es muy fácil adoptar para usted decir que yo “no comprendo” sin explicar porque ni presentar una mínima contracritica a mis comentarios. ¿No era usted el que pedía razones, citas y argumentos?
Enrique Eskenazi dice:
20 mayo, 2011 - 5:34
A partir de las afirmaciones de Giegerich Ud. le hace decir cosas que NI REMOTAMENTE DICE NI PIENSA como, por ejemplo (y los ejemplos podrían ser MUCHOS más):
“La postura de Giegerich es una confusión que simplifica al extremo y quiere retrotraerse por medio del pensamiento lógico-analítico a una postura de no-dualidad (aunque sería realmente preciso llamarla “visión del mundo animista indiferenciada”), algo por cierto inherentemente paradójico”
Cómo no va a ser paradójico, si Giegerich NO QUIERE RETROTRAERSE a una “postura de no-dualidad” ni a una “visión del mundo animista indiferenciada”, ni mucho menos. Eso es un ERROR, y esa conclusión que Ud. extrae jamás se afirma en la obra de Giegerich, antes bien, todo lo contrario. De “animismo” en Giegerich no hay nada.
O Ud. escribe: “la entronización de la función intelectual por sobre las otras tres se vuelve tan evidente en Giegerich”
Giegerich ha insistido MUCHAS VECES EN SU OBRA -obra que yo he traducido y que Ud. ha leído en mis traducciones, vaya cara que tiene Ud..- en que jamás se refiere por “pensamiento” a la “función pensamiento”, ya que como Ud. sabrá, las funciones de Jung son “funciones del ego”. Nada que ver con lo que significa pensar, en términos de Giegerich.
Y por cierto, Giegerich jamás entroniza la “FUNCIÓN” pensamiento, sencillamente porque pensar no es función de ningún ego.
Y así sucesivamente. Ud no comprende a Giegerich porque Ud. no puede evitar pensar por ejemplo que “pensamiento” es una función del ego. Con esto, ha desvirtuado el pasaje de Giegerich. En cuanto a la “sincronicidad”, Giegerich nunca ha dicho que haya o no haya sincronicidad, Giegerich no hace ONTOLOGÍA, ni METAFÍSICA, ni mucho menos FÍSICA. Giegerich pone de manifiesto los presupuestos de un pensamiento que afirme la sincronicidad: y ese presupuesto es que ya existen un mundo físico y un mundo psicológico, y que el uno “limita” con el otro, y trata de explicar esa dualidad. Giegerich no dice que haya ni que no haya dualidad, sino que pone de manifiesto que la idea de sincronicidad (porque la sincronicidad no es sino una IDEA y no una “cosa”) trata de ofrecer una “solución” a la dualidad de dos mundos, uno de “dentro” y otro de “fuera”. Y naturalmente, analiza lo que esas NOCIONES implican. Ud. se limita a decir que son metáforas (etiquetas), pero ¿metáforas de qué?
Bueno, por hoy ya tiene suficiente. Hay que aprender a leer para poder comprender. Y leer en los términos que usa el autor, y no traducir los términos del autor a los propios. Giegerich habla de la lógica inevitablemente implícita en una explicación, nunca habla de la supuesta “realidad”. Por ahí hay que empezar.
José Vila dice:
20 mayo, 2011 - 10:31
Sr.XY,
Le agradezco el interés y el trabajo en su crítica a los postulados de Giegerich, como respuesta al sr. Eskenazi. Lamentablemente creo que usted no ha entendido lo que Giegerich quiere decir y que el sr. Eskenazi trata de explicarle. Tan solo me gustaria hacerle ver algunas contradicciones en las que usted cae en su respuesta. Será solamente, sobre las primeras frases de su respuesta, que quizás nos valgan como medida, para mostrar la sintaxis desde la que usted se expresa. Usted dice:
Toda la discusión sobre si el alma es o no “profunda” es estéril, partiendo del punto de que Giegerich está literalizando una forma simbólica.
Giegerich, en su artículo, plantea la pregunta: es profunda el alma?. La plantea como punto de partida. Hace psicologia, o sea: atiende el “logos” de la imagen. No habla de lo que es o no es el alma. De hecho Giegerich, acerca del fragmento 45 de Heráclito, comenta: “….Su interés es por el alma, pero como el alma no puede tratarse directamente, este estilo de investigación psicológica tiene que asumir la forma de comentario sobre “documentos del alma” dados. La pregunta psicológica no es ni puede ser qué y cómo es el alma, sino cómo se refleja el alma en sus manifestaciones. No somos tan ingenuos como para querer confrontar el alma directamente. Hemos entendido que la psicología es el estudio del reflejo en algún espejo y no el estudio de aquello de lo cual la imagen en el espejo es un reflejo”.
Como ve Giegerich no habla de si el alma es o no profunda, no habla de si el alma es tal cosa o tal otra, como usted hace sin darse cuenta, calificando el debate de estéril. Justamente este aspecto es de vital importancia y es lo que no le permite a usted poder “entrar”. Usted habla directamente del alma. Y no se da cuenta que la pierde, que la cosifica, que ya no está disponible. Solo está disponible para el ego, que en su necesidad de explicación, convierte el pensamiento vivo de Jung, en una cosa muerta, una especie de “plantilla” que usted aplica a cualquier manifestación del alma; sin darse cuenta además, de que en usted se está atendiendo el ámbito del alma, desde ese estilo de consciencia.
Giegerich expone en ese mismo artículo, acerca de como hemos de acercarnos al texto de Heráclito: “Sería un insulto a Heráclito suponer que lo único que pretendía hacer con este fragmento era establecer una especie de “máxima áurea de sabiduría” acerca de la profundidad del alma; no se trata de sabiduría, ni de máximas, ni de una verdad estática y acabada, sino de un pensamiento. Tenemos que entrar en el preciso y complejo proceso de pensamiento que Heráclito condensó en este fragmento, y pensarlo, reconstruirlo, es decir, seguir su movimiento interno; tenemos que desarrollar lo que nos presenta en la brevedad de una frase. Para hacer esto, tenemos que dejar atrás todo el equipaje que traemos, todas nuestras ideas preconcebidas acerca de la naturaleza del alma, así como de su “profundidad”, y someternos de hecho al viaje mismo al que nos envía nuestro texto, a fin de descubrir adónde conduce este movimiento y cuáles son sus resultados”.
Como ve, intenta seguir “el movimiento interno” del texto, no lo que él cree a priori que es o no es. Permite que el texto muestre su lógica, su pensamiento, que “diga”. Es la consciencia la que toma consciencia de sí ( compara el fragmento 45 con el Salmo 139), y se reconoce como profunda. Pero que significa profunda? Hay que pensar (evidentemente no me refiero a la función pensamiento (otra plantilla) sino a lo que Giegerich hace con el fragmento de Heráclito. Eso es pensar y a su estudio le remito). Hay que pensar la expresión “houto bathys” ( tan profundo), en sus propios términos. Dese cuenta, de que en este punto, usted ha levantado el vuelo, ha huido de la tarea de “pensar”, hacia una abstracción que además de que no quiere decir nada, no tiene sentido. Tal abstracción es :
La “profundidad” del inconsciente es una metáfora, un símbolo imaginativo para representarlo.
Ya tenemos plasmada la huida ante la tarea de tener que pensar el movimiento interno del texto. Resulta que “ la profundidad” es una metáfora del inconsciente ( a saber lo que entenderá usted por inconsciente, parece que es un saco donde cabe todo y uno se queda tan ancho). Un símbolo imaginativo: esto no tiene sentido, un símbolo no es imaginativo. Al final de su Tipos Psicológicos, C. G. Jung escribió, “Mientras un símbolo se mantiene vivo es que constituye la mejor expresión de una cosa. El símbolo sólo se mantiene vivo mientras está cargado de significación. Mas en cuanto alumbra su sentido, es decir, en cuanto se encuentra la expresión que formula mejor que el símbolo la cosa buscada, esperada o presentida, puede decirse que el símbolo muere. Ya sólo tendrá significación histórica” (Tipos psicológicos, Capítulo XI,). Que es eso de un símbolo imaginativo, un símbolo que imagina? La imaginación, lo imaginal, lo imaginario, no son atributos del símbolo. Vincular alegremente “ símbolo imaginativo” es no decir nada, con el agravente de creer, que usted está diciendo mucho. Le sugiero que vuelva a leer el artículo. Es la mejor manera de darse cuenta de lo que le estoy diciendo. Es un artículo maravilloso en el que Giegerich, además de tratar la temática del artículo, nos muestra como se puede pensar.
Además, sobre “ la profundidad como símbolo” y parafraseando a A. Bica:” Cuando un símbolo está vivo anímicamente no hay tres “símbolos” de lo mismo -1) lo que era cuando estaba vivo (el símbolo cargado de significación anímica, compartido comunalmente y que determinaba la vida de cada individuo), 2) lo que es hoy en su positividad (aquello que ha explicitado el símbolo y que hoy es lo que efectiva y comunalmente es compartido por todos), y 3) lo que era para otro tiempo en tanto vestidura mítica o imaginal como cáscara muerta que contenía la vida que ya no tiene (como una pieza de museo para visitar o para dedicarle un estudio arqueológico, o también como una experiencia subjetiva individual (el mundo del entretenimiento y del espectáculo))”.
Partiendo de la pregunta acerca de la profundidad, Giegerich llega a penetrar la imagen de “profundidad”, entendiéndose ahora como absoluta interioridad. Llegar a entender “profundidad” como “ absoluta interioridad”, es algo que no se puede hacer hablando de “símbolos imaginativos” o “metáforas del inconsciente”. Simplemente, porque si usted lo hace de esa manera, se queda en la más árida de las superficies. Se queda usted “fuera”. No usted: la consciencia desde la que usted se acerca al tema.
Tiene razón Giegerich, cuando comenta ( y lo hace en el mismo artículo, que le pido vuelva a leer), que el mundus imaginalis, no puede ser sino una manifestción de la res extensa. Voy a citar una última frase de su respuesta:
El “mundo del alma” se expresa en formas simbólicas, sean profundas o altas, pero no es por si mismo alto o bajo ya que estas son propiedades del mundo físico, no del mundo del alma.
Aqui se pone en evidencia la contradicción que se vive en usted y que aún no ha sido resuelta. Quizás Descartes pueda serle de ayuda…Usted califica de “profundas o altas” (que son atributos físicos), las formas simbólicas en las que se expresa, según usted, el alma. Para después pasar a decir “ que no es alto o bajo” porque esto es físico…O sea, califica con atributos físicos, lo que para usted no es físico, pero no sabe como designarlo de otra manera. No le parece que esto es quedarse en la superficie, que carece de rigor. No se puede decir es”como si fuera así, pero sin serlo..” y quedarse tan ancho.
Justamente Giegerich, le muestra en ese artículo, como se puede ir “ más allá” de la superficie en la que , inadvertidamente, está usted instalado. Ya hablar de anima mundi, implica el estar viviendo en un mundo que ha perdido el anima. La ha perdido, porque el alma ya no se encuentra donde se encontraba. Eso lo vió Descartes y usted se empaña en negar a Descartes, pero a pesar suyo, usted la da tanto la razón a Descartes!! Usted está ya situado en la escisión y por eso lo ve todo escindido: físico/mental, interno/externo…y utiliza la “plantilla” en la que ha convertido el pensamiento de Jung, en algo que le permite vivir fuera de la historia del alma.
Jung no sabia de “plantillas” ( esa especie de mapa que usted superpone a cualquier acontecimiento, para negarle su “verdad” y pasar a explicárselo desde “ la plantilla”: animus por aqui y anima por allá, arquetipos por aqui y complejos por allá, inconscientes personales por aqui y inconscientes colectivos por allá, si-mismo por aqui y proceso de individuación por allá, yo por aqui y sombra por allá…) Imágenes que esataban vivas en Jung, pero que en su movimiento lógico, han dado paso al pensamiento que habitaba en ellas y que supone su muerte como imagen.
Parece que usted es partidario de practicar el más absoluto inmovilismo en la sintaxis, para luego en la semántica hablar de toda clase de fluideces y símbolos e imaginaciones. Eso es una neurosis. No suya. Sino de la verdad atrapada en la consciencia desde la que usted vive, en forma de rechazo.
Desde estos presupuestos, no pensados, es muy difícil que usted pueda entender a Giegerich. Pero es mucho mas difícil aún, que usted se de cuenta de la cárcel en la que tiene encerrado al pensamiento de C.G.Jung.
Un saludo.
sábado, 7 de mayo de 2011
El proyecto de "una vida simbólica"
En Jung la psicología viene a suplir a la religión. Para él “los dioses hoy se han vuelto síntomas”, entonces hoy ya no puedo buscar a los dioses ahí afuera porque dónde están los dioses es dentro, en la psique. Hacer psicología analítica es, por lo tanto, estar en contacto con los dioses tal como hoy se manifiestan. Pero hoy no hay dioses, hoy todo hablar de dioses es entrar en contradicción con el dónde se presenta hoy el alma. Hoy la búsqueda de dioses es una cuestión del ego, la persona puede buscar dioses, pero el “alma” como tal ya integró a los dioses en su propia dinámica, -como el azúcar disuelta en el café, dónde ya no hay terrones que buscar- ya incorporó el poder creador que antiguamente se le otorgaba a los dioses.
Hoy no podemos explicar el mundo ni la verdad de las cosas apelando a Dios. Claro que el ego puede buscar dioses para sentirse mejor, pero cuando se trata de enfrentar un problema objetivo, ni siquiera el ego apela a los dioses. Por ejemplo, cuando se trata de una infección poderosa, el ego inmediatamente va a buscar un antibiótico. Y ¡es lógico! Los dioses quedan para respuestas a problemas que ni siquiera son problemas del alma de hoy, como “qué sentido tiene mi vida”, “necesito sentirme más trascendente, más importante”, “me siento fatal”, “me cuesta vivir sin un para qué”: todos temas personales. Hoy el alma ha dejado atrás al individuo y tiene otros problemas. La pasión del alma occidental no está invertida es estos temas, y si hoy estos temas tienen peso colectivamente es solamente por el dinero que generan. La pasión del alma occidental se encuentra mucho más cerca de la tecnología y de la economía que de los temas subjetivos e individuales, los cuales, en el caso de que se alienten, son sólo en la medida en que sirvan a los fines económicos.
Si hoy en la física un físico dijera que el mundo es como es porque dios así lo quiere, lo echarían. Hoy ya no explicamos el mundo por los dioses, necesitamos otro tipo de explicación. El “alma” colectiva, el intelecto colectivo, -no el mío o el tuyo particular- no se satisface con ese tipo de respuesta, que sí satisfacía en otro momento histórico. Hubo una época que era imprescindible hacerlo, porque era tanta la pasión colectiva -no individual- puesta allí, que no se podía intentar ni siquiera una aproximación al mundo que no fuera a través de la experiencia de Dios. Hoy en cambio Dios es un tema de “coto abierto a la caza del ego”, el ego decide si quiere o no quiere tener dioses, pero colectivamente los dioses ya no entran, se acabaron.
Hoy la psicología ya no puede estar al servicio de las necesidades individuales de significado, sino que la psicología, al estar al servicio del alma, ha dejado atrás estos temas y se encuentra con otras problemáticas”.
Puede leerse el extracto completo picando aquí.
lunes, 2 de mayo de 2011
La psicología "junguiana" hoy
Acabo de colgar en la web del Centro un artículo con referencias de W. Giegerich al estado la psicología analítica, hoy. Las críticas de Giegerich son precisas y certeras, a pesar de que sean recibidas de manera "personal". Pues como dice el autor en el artículo: “en el mundo de la mente (en contraste con el narcisismo de la personalidad del ego), la crítica siempre es constructiva”.