domingo, 26 de septiembre de 2010

Nietzsche: Psicología & Nihilismo


El ataque de Nietzsche (1844-1900) a la metafísica, así como a todo pensamiento "fundamentalista", a toda moralidad (inclusive la "moralidad de la verdad") y a toda instauración del "ser" por encima del "valor" (el perspectivismo: no hay hechos, sólo hay puntos de vista), así como su lectura de la historia de Occidente como la historia del Nihilismo, han marcado profundamente al siglo XX y posiblemente sea uno de los goznes que cierra el pensamiento de la modernidad y abre el reconocimiento de una transformación de la conciencia, para la cual ya es obsoleta cualquier referencia a una trascendencia. Esto es lo que se expresa en su “Dios ha muerto


Nietzsche se presenta como filólog, como poeta, como profeta, como crítico social, como artista y como psicólogo, no en el sentido de ocuparse de la "psique" de la gente, sino en el sentido de ser quien diagnostica la patología de Occidente: la decadencia. Nietzsche es el "psicólogo" cuyo "paciente" es el alma y la mente Occidental.

El impacto de Nietzsche sobre la naciente “psicología del inconsciente" (el psicoanálisis de Freud, la psicología individual de Adler y la psicología analítica de Jung) ha sido enorme, no sólo por los contenidos que la psicología profunda "toma" de Nietzsche (la actitud de desconfianza ante las justificaciones conscientes, la subordinación de las construcciones mentales a motivaciones y deseos no confesados, etc.) sino y ante todo porque el pensamiento mismo de Nietzsche es una puesta en cuestión de la posibilidad de la “psicología como ciencia” y del psicólogo como “terapeuta”. Las ideas mismas de “normalidad/ patología”, “salud/ enfermedad”, así como toda expectativa “redentora” (como salvación, curación, guía, orientación) de la psicología entran en cuestión, en tanto implican juicios valorativos/morales. Incluso se ha dicho que la psicología de Jung no es sino una "defensa” ante el nuevo estadio de conciencia voceado por Nietzshe, una defensa cuyo fin sería "preservar" el estadio anterior.

En este curso se hará hincapié especialmente en tres aspectos del pensamiento de Nietzsche:
1. La frase "Dios ha muerto" y su significado para la psicología
2. El reconocimiento del nihilismo como fenómeno psicológico del alma de Occidente
3. La renuncia a toda “moralidad” desde una perspectiva psicológica, y la denuncia a los psicólogos como "sacerdotes encubiertos".


El primer encuentro tendrá lugar el último lunes, 25 de Octubre, a las 18:30 hs. en la Librería Sto. Domingo, c/St. Domènech del Call nº 4, Barcelona 08002, tel. 933 173 222.

Lecturas preliminares recomendadas y accesibles en esta web:
Obras de Nietzsche
C. G. Jung: Recuerdos, sueños, pensamientos.
M. Heidegger : Nietzsche y el Nihilismo Europeo
M. Heidegger : La frase de Nietzsche “Dios ha muerto”
M. Heidegger : Que significa pensar
W. Giegerich: El final del significado y el nacimiento del hombre
W. Giegerich: La huida al inconsciente.

También es muy recomendable la página de Horacio Potel: Nietzsche en castellano

martes, 21 de septiembre de 2010

Nietzsche y el nihilismo europeo.


En su fascinante estudio sobre Nietzsche, Heidegger escribe que:

“«europeo» tiene aquí un significado histórico y dice lo mismo que «occidental» en el sentido de la historia occidental. Nietzsche utiliza el término «nihilismo» para designar el movimiento histórico que él reconoció por vez primera, ese movimiento ya dominante en los siglos precedentes y que determinará el siglo próximo, cuya interpretación más esencial resume en la breve frase: «Dios ha muerto». Esto quiere decir: el «Dios cristiano» ha perdido su poder sobre el ente y sobre el destino del hombre.

El «Dios cristiano» es al mismo tiempo la representación principal para referirse a lo «suprasensible» en general y a sus diferentes interpretaciones, a los «ideales» y «normas», a los «principios» y «reglas», a los «fines» y «valores» que han sido erigidos «sobre» el ente para darle al ente en su totalidad una finalidad, un orden y -tal como se dice resumiendo- «un sentido». El nihilismo es ese proceso histórico por el que el dominio de lo «suprasensible» caduca y se vuelve nulo, con lo que el ente mismo pierde su valor y su sentido.

El nihilismo es la historia del ente mismo, a través de la cual la muerte del Dios cristiano sale a la luz de manera lenta pero incontenible. Es posible que se siga creyendo aún en este Dios y que se siga considerando que su mundo es «efectivo», «eficaz» y «determinante». Esto se asemeja a ese proceso por el que aún brilla la apariencia resplandeciente de una estrella apagada hace milenios, lo cual, a pesar de ese brillo, no es más que una mera «apariencia».

Así, el nihilismo no es para Nietzsche de ningún modo una determinada opinión «defendida» por alguien, ni un «suceso» histórico cualquiera entre otros muchos que es posible catalogar historiográficamente. El nihilismo es, por el contrario, ese acaecimiento que dura desde hace tiempo en el que la verdad sobre el ente en su totalidad se transforma esencialmente y se encamina hacia un final determinado por ella.”

Puede leerse el artículo completo, picando aquí

jueves, 16 de septiembre de 2010

Miseria de la psicología: progresiva desaparición


En su interesante artículo sobre la psicología a lo largo del S. XX, incluído en “El legado filosófico y científico del s. XX” (coord. por Manuel Garrido, Luis M. Valdés y Luis Arenas, ed. Cátedra, pp. 821-840), y refiriéndose a las últimas décadas del siglo XX, Julio Seoane alude a “la sólida impresión de que nunca la psicología estuvo tan carente de fundamentación teórica o de conocimiento riguroso, junto con el convencimiento de que tampoco nunca ha tenido tanto éxito y penetración social en todo tipo de instituciones públicas y privadas de la vida social” (p.840)

La psicología se está disgregando en una cantidad de técnicas difusas para resolver “problemas” específicos, en una fragmentación que, como escribe Seoane, “da prioridad a los problemas de urgencia social frente a los desarrollos sistemáticos, y esto hace que aparezcan una multitud de disciplinas o especializaciones con nombres nuevos y fundamentos imprecisos, como la psicología política, la psico-oncología, la psicología de las adicciones, la psicología de la seguridad vial, la psicología de la familia o la psicología de género, unos pocos ejemplos de una serie interminable. Esto produce una fuerte dispersión de los estudios, una endogamia de los investigadores y un olvido generalizado de las fuentes originales de la psicología. La fragmentación va acompañada de una multiplicación exagerada de las revistas, publicaciones, asociaciones.... un consumo con frecuencia inútil de recursos institucionales, humanos y económicos, y el consiguiente deterioro de la calidad intelectual” (p. 837)

¿Qué significa esta carencia de fundamentación teórica, y lo que es aún más problemático, la indiferencia por parte de los psicólogos a todo intento de fundamentación, así como el deterioro de la calidad intelectual?
Posiblemente la muerte de la psicología, “o al menos su disolución como ciencia singular, combinándose con otras disciplinas como la neurofisiología, la lingüística y otras” o acaso “su configuración definitiva como un conjunto heterogéneo de ideas reunido con la finalidad de consumo en una cultura de masas” (p.840)

lunes, 13 de septiembre de 2010

Nietzsche denuncia del instinto de querer-castigar-y-juzgar

Hoy, cuando continuamente se hacen denuncias en contra de los amos del mundo, los políticos, los banqueros, los materialistas, las multinacionales, los terroristas, los inmigrantes, los fieles islámicos, los países ricos, los medios de comunicación, la conspiración judeo-masónica internacional, etc. etc., resulta al menos saludable detenerse a leer reflexivamente este apunte de Nietzsche.

Ello permite reflexionar sobre si se aprehende realmente a la historia en su íntima dinámica, cuando de antemano se da ya por supuesto que es consecuencia de la libre voluntad de agentes humanos (lo humano-demasiado-humano, diría Nietzsche), al menos psicológicamente hablando, o si acaso esta sobredeterminación de la "libre" voluntad humana no es sino otra forma de cegarnos ante "la inocencia del devenir". Ya han pasado más de 130 años desde que Nietzsche filosofara con el martillo a fin de liberarnos de toda mirada "moral" (y "moralista").

Pero, a pesar de todo, los ídolos perviven....y los teólogos y sacerdotes contemporáneos ya no llevan los conocidos hábitos, sino que ahora toman la forma de bloggeros, de sanadores y terapeutas, de periodistas que ejercen el derecho a la libre expresión, de activistas sociales, de asesores expertos, de serios psicólogos, de eminentes científicos que predicen las circunstancias, de esmerados salvadores del mundo, de ayudadores de la humanidad, de cruzados del espíritu, de informadores objetivos, de portavoces de la cultura y afines.

El subrayado en la siguiente cita es mío.


Nietzsche: El ocaso de los ídolos

Error de (la idea de) la voluntad libre.

-Hoy no tenemos ya compasión alguna con el concepto de «voluntad libre»: sabemos demasiado bien lo que es: la más desacreditada artimaña de teólogos que existe, destinada a hacer «responsable» a la humanidad en el sentido de lo teólogos, es decir, a hacerla dependiente de ellos... Voy exponer aquí tan sólo la psicología de toda atribución de responsabilidad.


- En todo lugar en que se anda a la busca de responsabilidad suele ser el instinto de querer-castigar-y-juzgar el que anda en su busca. Se ha despojado de su inocencia al devenir cuando este o aquel otro modo de ser es atribuido a la voluntad, a las intenciones, a los actos de la responsabilidad: la doctrina de la voluntad ha sido inventada esencialmente con la finalidad de castigar, es decir, de querer-encontrar-culpables.


Toda la vieja psicología de la voluntad, tiene su presupuesto en el hecho de que sus autores, los sacerdotes colocados en la cúspide de las viejas comunidades, querían otorgarse el derecho de imponer castigos: querían otorgarle a Dios ese derecho... A los seres humanos se los imaginó «libres» para que pudieran ser juzgados, castigados, - para que pudieran ser culpables: por consiguiente, se tuvo que pensar que toda acción era querida, y que el origen de toda acción estaba situado en la consciencia ( -con lo cual el más radical fraude in psychologicis quedó convertido en principio de la psicología misma...)


Hoy (esta obra se publicó en 1889) que hemos ingresado en el movimiento opuesto a aquél, hoy que sobretodo nosotros, los inmoralistas, intentamos, con todas nuestras fuerzas, expulsar de nuevo del mundo el concepto de culpa y el concepto de castigo, y depurar de ellos la psicología, la historia, la naturaleza, las instituciones y sanciones sociales, no hay a nuestros ojos adversarios más radicales que los teólogos, los cuales, con el concepto de «orden moral del mundo», continúan infectando la inocencia del devenir por medio del «castigo» y la «culpa». El cristianismo es una metafísica del verdugo...”

(Los cuatro grandes errores, § 7)

sábado, 11 de septiembre de 2010

Acerca de la verdad

Esta es una re-edición de un artículo ya posteado en el blog en agosto de 2008


En sus
Preguntas fundamentales de la Filosofía (“Problemas” selectos de “lógica”), curso 1937/38, ed. Comares, Granada 2008, Martin Heidegger escribe:

…aquí no se proclaman verdades eternas. No tengo ni la capacidad ni el poder para ello. Más bien se trata de preguntar, de ejercitar el justo preguntar que puede ser alcanzado en su ejecución real. Esto parece ser demasiado poco para aquel al que le urge la posesión de respuestas.

Pero en el ámbito de la filosofía la relación entre pregunta y respuesta tiene su propia condición respectiva. Para hablar metafóricamente, es como escalar una montaña. Esto no se logra al colocarnos en el nivel del opinar habitual y proclamar discursos sobre esta montaña para así "tener" la viva experiencia de ella. La subida y el acercamiento a la cima se logran solamente si comenzamos a escalar. Es cierto que de este modo perdemos de vista la cima, y sin embargo nos acercamos más y más a ella al escalar, a lo cual también pertenece el deslizarse hacia atrás y el resbalar y, en la filosofí,a incluso la caída. Sólo quien verdaderamente escala puede caer. ¿Pero qué pasa si los que caen experimentan la cima, la montaña y su alzarse del modo más profundo, más profundo y más particular, que aquellos que aparentemente alcanzaron la cima, y para quienes ella pronto pierde su altura llegando a ser plana y habitual?

No se puede ni juzgar ni medir la filosofía o el arte, o en general cualquier confrontación creadora con el ente, mediante la ayuda de la cómoda regla calculadora del sano entendimiento humano (el sentido común) y del presumiblemente sano "instinto", desfigurado y desviado desde hace ya tiempo; tampoco con la vacía sagacidad de lo así llamado "intelectual".
Aquí todo y cada cosa debe ser experimentada en la ejecución, en el esfuerzo de la escalada”. (p. 23)

A estas atinadas reflexiones de Heidegger cabe añadir el artículo de 1988 de Giegerich: "¿Esfuerzo? ¡Sí, esfuerzo!"