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Hace unos pocos años, cuando visitó Barcelona con ocasión del concurso de canto Vinyas, comentó con humor que si bien ella cantaba muchas obras que no eran del repertorio en ese momento, era Caballé quien las grababa. Baste recordar óperas como “Roberto Devereux” o “Lucrezia Borgia” o “Maria Stuarda”, en las que ambas sopranos dejaron su sello peculiar (y bien diferente entre ellas)
Como homenaje he aquí un momento del final de “Anna Bolena” de Donizetti, tal como la cantaba en Glyndebourne en 1965:
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