viernes, 13 de marzo de 2009

Giegerich: Psicología y Verdad


Acabo de publicar en la web del Centro el artículo (aún inconcluso) “Giegerich: Psicología y Verdad”.
En este escrito trato de seguir fielmente el pensamiento de gran psicólogo Wolfgang Giegerich tal como se expresa en el último capítulo de su obra fundamental, The Soul's Logical Life (La Vida Lógica del Alma) y donde pone en primer plano el tema de la verdad, tema candente no sólo para la psicología, sino para todo el pensamiento vigente en la actualidad. Desglosando el mito de Acteón y Diana (Artemisa) como el mito de la Psicología en busca de la Verdad desnuda del alma, Giegerich somete a crítica radical toda visión de la psicología que se apoye en datos tomados ingenuamente de otras “ciencias” o de la “experiencia inmediata” y que no se sometan al proceso de radical psicologización, es decir: interiorización dialéctica.
“El mito de Acteón es el mito del “momento de la Verdad”. En ambos lados tenemos el alma. El alma bajo la apariencia del cazador humano se encuentra a sí misma, el alma como la divina verdad desnuda. Como tal, este es el mito que establece la noción de verdadera psicología. Psicología es el alma conociéndose a sí misma. Es, más específicamente, el encuentro del alma con, o el conocimiento de, sí misma como verdad desnuda, en su “virginidad” (es decir, anterior a cualquier embrollo o compromiso con cualquier otra cosa y aparte de cualquier concepción previa o prejuicio). Estar “desnuda” es inherente a la noción de la virgen (así como a vida en el paraíso o al reino de la “pre-existencia”). Adán y Eva sólo necesitaron ropas después de la Caída. Acteón es la imagen del alma como psicología humana, como el deseo empírico de conocer la verdad sobre sí y como la teoría que de hecho ha sido capaz de desarrollar acerca de sí, hasta el momento actual en la vida real. Empero, Acteón el cazador es la imagen el alma no sólo como cualquier teoría psicológica. Es el tipo de theoria que se expone a sí misma sin reservas y sin limitaciones sistemáticas (tales como las que garantizan la “objetividad científica”), à corps perdu, a lo implacablemente salvaje de su propio objeto de estudio (es decir, sea cual sea la manifestación concreta del alma de la cual en cada caso particular es la teoría). Es el alma como theoria acerca de sí misma que, gracias a esta auto-exposición implacable y a aventurarse al bosque virginal, realmente ve al alma misma en su pureza y divinidad, y por eso se da cumplimiento, se vuelve verdadera psicología, cumple su noción”.

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