En marzo de 2000 hubo en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona unas funciones de “Beatrice di Tenda”, ópera de Bellini, en versión concierto. Edita Gruberova, ya en la recta final de una larga y clamorosa carrera, ofreció una magistral lección de belcanto, con hilados de voz, trinos, messe di voce (aumento progresivo del volumen seguido de una disminución proporcional, sobre la misma nota, una proeza) y un legato ejemplar.
Cuando ella canta, reina un silencio absoluto en el teatro. Como decía un amigo: “Tiene el don de parar todas las toses, de curar a los tuberculosos”. Y eso ya es ALGO. La concentración del público es absoluta.
Como botón de muestra, he aquí el aria final, “Ah! Se un' urna é a me concessa”, de la función del 12 de mazo, donde a pesar de lo dudoso de la afinación sobre el agudo, el filado y la messa di voce resultan espectaculares. El teatro, lógicamente, se vino abajo
Cuando ella canta, reina un silencio absoluto en el teatro. Como decía un amigo: “Tiene el don de parar todas las toses, de curar a los tuberculosos”. Y eso ya es ALGO. La concentración del público es absoluta.
Como botón de muestra, he aquí el aria final, “Ah! Se un' urna é a me concessa”, de la función del 12 de mazo, donde a pesar de lo dudoso de la afinación sobre el agudo, el filado y la messa di voce resultan espectaculares. El teatro, lógicamente, se vino abajo