sábado, 27 de octubre de 2007

Shock, terror y memoria

Ayer 26 de octubre tuvo lugar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona la conferencia de Naomi Klein con ocasión de la presentación de su último libro “La doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre”

Entre sus muchas e interesantes declaraciones hay una que aquí merece especial atención: siendo el shock (personal y colectivo) un estado transitorio, que entre otras cosas aspira a destruir la memoria y el pasado, es importante preservar esta memoria que, al ser recuperada, evita los efectos que se buscan con la crisis y el shock, que no es sino estimular la pasividad y la aceptación infantil de la autoridad. Es la memoria (colectiva) y, por tanto, la consciencia de la historia, lo que permite comprender la estrategia del shock y responder creativamente. Como ejemplo puso el caso de Estados Unidos durante el atentado terrorista del 11/9, y el caso de España ante el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004. Si en América el atentado desató una ola de miedo que hizo que los ciudadanos se refugiaran en la autoridad y aceptaran pasivamente el recorte de sus garantías y derechos, después del atentado de Atocha en Madrid el pueblo recordó: el recuerdo del franquismo posibilitó la caída del gobierno vigente y sirvió para que el socialismo volviera al poder.

Memoria e imaginación son así elementos fundamentales no sólo como manifestación de la vida anímica y como "creadores de realidad" (ya Jung hablaba de actividad de la fantasía que crea diariamente la realidad), sino como medios de resistencia a la doctrina del shock.

Otro punto a destacar fue la mención de que las “victorias conservadoras” (como el triunfo de Thatcher después de la guerra de las Malvinas) suelen narrarse como victorias pacíficas en nombre del “progreso” cuando, de hecho, surgen de la sangre generada por la violencia, la guerra y el terror. “Hay que devolver esta sangre a la historia”, insistió Klein, lo cual no es sino la invitación a re-escribir la historia de los “vencidos”. Esto enlaza con el pensamiento de Walter Benjamin que escribió: “La tradición de los oprimidos nos enseña que la regla es el “estado de excepción” en el que vivimos. Hemos de llegar a un concepto de la historia que le corresponda. Tendremos entonces en mientes como cometido nuestro provocar el verdadero estado de excepción; con lo cual mejorará nuestra posición en la lucha contra el fascismo. No en último término consiste la fortuna de éste en que sus enemigos salen a su encuentro, en nombre del progreso, como al de una norma histórica. No es en absoluto filosófico el asombro acerca de que las cosas que estamos viviendo sean “todavía” posibles en el siglo veinte. No está al comienzo de ningún conocimiento, a no ser de éste: que la representación de historia de la que procede no se mantiene”

Una vez más vale la pena hacer notar la similitud del enfoque de Klein y de Adam Curtis en su memorable “El poder de las pesadillas” que también puede verse aquí
(desgraciadamente el primer capítulo con subtítulos en castellano suele desaparecer de Video Google, pero al menos puede verse la versión original inglesa picando aquí o también aquí )